Crítica de ‘The Midnight Gospel’

La sobradísima serie animada de un youtuber espacial no apta para niños

Se ha generado la moda o tendencia que hace que surjan multitud de series de dibujos animados de carácter adulto. Pero no me refiero a series tipo ‘Beabis y Butt-head’, me refiero a locuras aún más absurdas e idas de olla como ‘Rick y Morty’, ‘Tigtone’, ‘Hora de aventuras’, ‘Mr. Pickles’… Ese es el caso de ‘The Midnight Gospel’ la serie creada por Duncan Trussell, quien ha trabajado en series como ‘Hora de aventuras’ o ‘Stupidface’.

El protagonista de ‘The Midnight Gospel’ es Clancy una especie de youtuber astral (o locutor espacial como dice él) que va a diferentes mundos gracias a un simulador. Sus viajes son reales, siente lo que le pasa a su avatar, entrevista a sus habitantes, se lleva obsequios… Es como si pudiésemos meternos en los mundos del videojuego ‘Spore’ y los pervirtiésemos con palabrotas y sangre.

Clancy adopta formas diferentes para mezclarse entre las criaturas de esos planetas. Así es que cada vez le vemos como un hombre pájaro con piernas de serpiente, un pulpo sheriff, una pequeña criatura parecida a Qbert o un arcoíris musical. Todos esos mundos y personajes están realizados como para niños y desde luego esta serie no es para nada infantil. Son animaciones que parecen hechas para poder reproducir los cuelgues de un drogadicto con verborrea. El estilo es muy colorido, lleno de degradados y personajes muy redonditos. Podríamos decir que estodo una mezcla de estilo del opening de Muchachada Nui y series como ‘Steven Universe’. Si no fuese por lo macabra que es podrían sacarse de ella libros para colorear.

Aunque para un adulto podrían editarse mandalas surgidos de sus fotogramas. Y es que esta serie va mucho de buscar el nirvana o algo así. Los personajes hablan y hablan y al final ese palique ni te importa, más que nada por todo lo que pasa al rededor. Parlotean sobre magia, religión, espiritualidad… y tienen una especie de obsesión con el mindfulness. El protagonista dice en el cuarto episodio que ha perdido su capacidad de escucha. ¡Normal, si no para de hablar! Al final la serie nos parece decir que ya puedes filosofar y meditar lo que quieras que el mundo es violento. Al rededor siempre hay masacre y se acaba convirtiendo en una especie de reto de concentración, a ver si puedes enterarte de la monserga que te están soltando mientras ante tus ojos destripan adorables criaturas. Por todo esto os recomiendo no verla del tirón, puedes acabar con un buen cuelgue y el cerebro frito de tanta tabarra. Nunca ha sido tan necesario el aviso que da Netflix y dice «¿Todavía sigues viendo ‘The Midnight Gospel’?»

Si os lanzáis a verla os esperarán tripas, zombies que vomitan zombies, un perro de muchas patas con una galaxia en su interior, peces parlantes y marineros… Ya podéis ver en Netflix esta majadería de 8 episodios en los que constantemente muere algún pajarillo y Clancy siempre consigue unos zapatos nuevos.

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