Acierta en la premisa pero no en cuál es el punto clave
La unión de Warner, DC y HBO sigue dando a luz nuevas adaptaciones. A partir del 18 de marzo en HBO Max podremos ver ‘DMZ’ la serie que adapta el cómic de DC Vertigo. Un cómic escrito por Brian Wood entre 2005 y 2012 que contó con el dibujo y las tintas de Riccardo Burchielli y el propio Wood mientras que el color lo puso Jeromy Cox.
‘DMZ’ es una distopía que se antoja cercana. En ella se produce una Segunda Guerra Civil Norteamericana. Una disputa entre entre el gobierno federal de los Estados Unidos de América y los ejércitos de los Estados Libres, un grupo independentista. Obviamente una de las plazas más disputadas en esa guerra es la de Nueva York y ahí conocemos a nuestros protagonistas.
DMZ significa zona desmilitarizada, Una tierra de nadie, en disputa y en proceso de independizarse al no estar en poder de ninguna de las dos facciones. Nunca mejor dicho, es tierra de oportunidades. Esa DMZ está delimitada por la isla de Manhattan. Fuera de allí luchan por lo que tienen en el DMZ, una oportunidad para empezar de nuevo, un lugar que abogue por la paz, aunque la violencia sea la herramienta más empleada, lo cual no deja de ser contradictorio.
El cómic se centra en Matty Roth, un reportero encerrado por accidente en la DMZ. Ahí es donde los lectores de los cómics encontramos la primera gran discrepancia. El foco no es el reportero que tiene la duda de si quedarse en esa zona hostil participando de manera imparcial para poder dar testimonio a todo el mundo o si huye a un lugar seguro. Pero el guión de Roberto Patino emplea la figura de una médica que busca a su hijo Christian, perdido durante la evacuación de la isla. Rosario Dawson es Alma Ortega, una sanitaria convertida en lideresa por sorpresa. Se entiende que ese personaje es un trasunto o desarrollo de la Zee Hernández del cómic.
Se percibe que se ha intentado comprimir mucho en muy poco espacio de tiempo. El cómic ‘DMZ’ se recopila en varios tomos que Vertigo fue publicando en grapas y que en España edita ECC Comics. A causa de eso la serie está totalmente exenta de discurso, por lo menos de uno mínimamente profundo. La serie ‘DMZ’ no ahonda en su propuesta y se centra básicamente en plantearnos una situación caótica, más propia de un patio de cárcel en el que se pelean distintas bandas cuyos miembros van vestidos todos de la misma manera, ni que fuesen los pintorescos secuaces del Joker, Dos Caras y compañía. Mientras que el cómic aborda de un modo contemporáneo el secesionismo y la disputa federal o “libre”. La serie es una lucha de gallitos y la búsqueda desesperada por parte de una madre. Si el cómic surgía de las inquietudes del autor en la época del 11-S la serie podría haber partido de nuestra actualidad, marcada por eventos como el asalto al Capitolio. Coger ese pulso le habría venido de maravilla a esta producción. Pero desperdician la oportunidad, otro chasco, como el de ‘Y, el último hombre’.
Si en algo acierta la serie es en hacer un retrato, destructivo y postapocalíptico, de Nueva York. El cómic atina a usar la figura del reportero para escudriñar en las posibilidades de la idea que plantea. Pero también para llevarnos cual turistas por la ciudad que nunca duerme en modo ‘Mad Max’. De China Town al Upper pasando por el Soho la serie de HBO Max plantea distintos escenarios. Una pequeña nación de unos cuantos de cientos de miles de habitantes en pleno proceso de ebullición. Y en otras cosas que acierta es en mostrar las luchas por los recursos, con la misma vileza y apatía característica de la especie humana.
La serie iba a ser producida inicialmente para SYFY, canal en cuya muestra vimos el desastre bochornoso que supuso ‘Un pliegue en el tiempo’. Precisamente su directora, Ava DuVernay, es la productora y directora del piloto de la serie. La responsable de ‘Selma’ se queda a medio camino entre su fango y su techo. Deja muy de lado la guerra ficticia entre los EE.UU. y los Estados Libres así como toda la historia de supervivencia o adaptación que el aislamiento en Manhattan supone, como si no hubiese cogido bien el quid de la cuestión en del cómic. E igual puedo decir de Ernest R. Dickerson, quien ha dirigido los otros tres episodios. El director de ‘The Walking Dead’ se lo ha llevado al mismo terreno y acabamos teniendo más charlatanería y relaciones familiares que eventos relevantes.
En zona desolada de Nueva York, Manhattan, a lo ‘Soy leyenda’. Aunque, tal y como se ha planteado la serie el simil más obvio es ‘1997: Rescate en Nueva York’. Más quisiera DuVernay tener el gancho y el carisma de Carpenter. Y en su desarrollo recuerda más a las contiendas y politiqueos de ‘Gangs of New York’, pero más quisiera Benjamin Bratt (Parco Delgado) tener la garra de Daniel Day-Lewis. No obstante, el personaje de Parco Delgado, “la voz del pueblo”, está bien tratado. Es definido por ECC Comics como una mezcla de Hugo Chavez, Che Guevara y Al Sharpton. Y aciertan pues es una especie de revolucionario, posicionándose cercano al pueblo llano, con palabrería y discursos.
El cómic tiene muchos guiños a DC Comics y la serie te pone la música de Rosalía cuando salen los hispanos. Habrá que conformarse. Falta discurso e incluso falta muchísima acción. Tengo claro que DuVernay no es una directora de mi agrado.