Director y protagonista de un thriller muy intenso.
Blanca Suárez repite a las órdenes de Álex de la Iglesia, como suelen hacer todos los actores que pasan por sus películas. Interpreta a una chica bien en este thriller que pone al límite tanto a los personajes como a los propios actores. ‘El bar’ (crítica aquí) se estrena hoy mismo y antes de que visitéis las salas de cine para comprar su entrada hemos querido compartir con vosotros las palabras de Álex y Blanca.
¿Cómo fue rodar la última escena Blanca?
BS: Todo ese recorrido estaba dividido en dos partes. Cuando el personaje sale de dónde está todo es figuración. En cuanto sale a la Gran Vía es sálvese quien pueda. Lo que hizo Álex es colocar una cámara a la altura del cartel de Schweppes y me estuve repartiendo entre la acera de enfrente, la misma acera…
AI: Era robado todo.
BS: Todas las personas con las que me cruzaba era gente normal que pasaba la tarde en la Gran Vía. Curiosamente la gente, los viandantes, reaccionaron igual a como tenía que reaccionar la figuración.
AI: Nadie le prestó ayuda. Ensangrentada y desnuda prácticamente.
BS: Una tarde entera pasando por la Gran Vía y nadie me dijo nada.
AI: Los coches frenaban a un centímetro de ella, una cosa flipante. Es de lo que trata precisamente la peli. Hasta que punto tenemos miedo a todo, hasta del que sufre. Nos enseña quienes somos. El que sufre a nuestro lado nos pide ayuda con su presencia y está denunciando que nosotros deberíamos actuar de inmediato para socorrerle y no lo hacemos. Porque primero nos vemos reflejados y segundo por la sensación de que todo eso puede cambiar nuestra manera de vivir, esa estabilidad, ese confort, esa sensación de que «todo va bien». Lo comprobamos en ese momento.
Recuerdo una vez rodando ‘El día de la bestia’. En una estación del metro había un hombre en el suelo como muerto. Tardaron una hora, yo incluido, yo tampoco sabía que pasaba. Pero lo vi, seguimos rodando y cuando volví seguía allí e intervenimos. Era un tipo desmayado que llevaba ahí una hora.
Es de las cosas de las que estoy más orgulloso de la peli. En como cierra con una especie de metáfora. Hasta qué punto esta mujer que ha triunfado, que ha sobrevivido, está en un entorno se supone que agradable, lo primero que le dicen es «¿qué te ha pasado?» y alguien dice «algo habrá hecho». Después de eso en la calle nadie le presta atención.
Sobre el comportamiento de la gente quería hablaros. ¿Los espectadores son atraídos por el morbo de ver personajes incluidos en situaciones desconcertantes y con tesituras morales complicadas?
AI: Yo no utilizaría la palabra morbo. Por supuesto hay un disfrute. Formaba parte de las pesadillas. Desde las películas de terror hasta las películas de terror social, como ‘Roma citta aperta’. Te enseñan una situación límite, dolorosa, que de alguna manera te hace reaccionar hacia bien o te provoca un alivio al ver que tú no estás en esa situación. ¿Para qué sirve una pesadilla? Psicológicamente hablando. Para enseñarte los monstruos. Te saca las cosas que más miedo te dan o que más te preocupan. Te coloca a ti en un entorno terrorífico y cuando te despiertas te libera. Eso es bueno para el organismo. Esa es la función de la pesadilla.
En este caso la película funciona un poco así. Lo que pasa es que incluso me apetece ser más generoso en el sentido de no hacer sufrir a nadie. Quiero que el espectador se ría de sí mismo y vea que absurdo y contradictorio puede ser y se ría de lo que ocurre. A los personajes les respeto y les quiero, les tengo cariño. Porque me recuerdan a mí mismo. Somos Jorge (Gerricaechevarría, guionista del filme) y yo todo el rato. Es mi madre también. Por ejemplo, Carmen Machi dice «igual le ha caído una teja». Eso es de mi madre. No sé qué pasaba en Bilbao que caían tejas como lluvia, siempre era una teja.
¿Blanca, te comportarías igual que tu personaje?
BS: No lo sé, ni idea. Creo que es muy difícil. Yo por mí no pondría la mano en el fuego en ningún momento. Ponerse en una tesitura tan extrema es imposible. Si crees en esa situación somos capaces de hacer esas cosas.
AI: Somos capaces de todo. Es típico en la sociedad hablar de horror y sorprenderse al leer noticias en los periódicos. Vale, establecemos, porque es mejor para todos, una diferencia entre el acto delictivo brutal y la legalidad. Todos ejercemos la legalidad al máximo. No llegamos a matar. Pero le hacemos la vida imposible a mucha gente todos los días. Con tal de no enfrentarnos a nuestros miedos somos capaces de cosas increíbles.
Vivo en una casa y conozco al del tercero dese hace 25 años, te montas en el ascensor con él y dices «menudo tiempo…». Tío, igual conozco a tus hijos desde que nacieron y no he sido capaz de entablar una relación cordial contigo. Eso es el día a día. Resumiendo, no somos capaces de cometer un crimen pero si somos capaces de llegar casi hasta el fin. Eso que llamamos horror, crimen, violencia… forma parte de la vida diaria, pero no la llevamos a sus últimas consecuencias. Porque afortunadamente no estamos sometidos a una situación terrible. Si viviésemos en Siria, en una situación dramática o frente a un atentado y tal… Mi manera de salir de allí no sería digna. Sería capaz de inventarme cosas, de mentir, de hacer lo que sea para conseguir salir por la puerta. Eso es humano, no es algo que denunciaría, al contrario, soy yo esa persona, soy el primer y máximo pecador. Me siento cerca de la gente que miente y que finge, porque lo hacemos todos. Lo que me da miedo es el que dice que no, que es bueno, cuidado con esos. Cuidado con esos que dicen yo bien los demás mal. Me siento más cómodo en un bar en el que todo el mundo es un canalla y está tranquilamente reconociéndolo y no va todo súper bien.
¿Cómo surgió la idea de la película y la escritura con Jorge?
AI: El guión se comienza precisamente a escribir en un desayuno en el Palentino. Si mal no recuerdo escribíamos ‘Las brujas de Zugarramurdi’. Estábamos sentados en la mesa y teníamos la barra enfrente. Es como un espectáculo, como una obra de teatro. Ves un montón de personajes ahí sentados y frente a ti Loli diciendo «yo dejo entrar aquí a quien me da la gana». Entró un indigente loquísimo pegando unos gritos, hablando en un idioma desconocido y creía que nos iba a matar. Loli con dos bofetadas nos solucionó la vida a todos. Pero ahí es dónde surge, cuando de pronto vemos como actúan todos esos personajes en una situación crítica.
Entre Jorge y yo el trabajo es un momento bastante divertido y apasionante, en el sentido de que nos conocemos desde que tenemos ocho años. Sorprender al otro no es imposible, es más allá. A lo que aspiro es a cierta aceptación por parte de Jorge. Es como estar hablando con Gorgias o con Protágoras. Le miro y le digo «¡Y si van y…!», «no», «vale, di algo tu». Entonces él dice algo y digo «mediocre», yo digo otra cosa y dice «patético». Así nos vamos insultando hasta que al final alguien dice «bueno, hay una cierta aceptación. Quizá si yo ahora lo arreglo esto podría funcionar». En base a esa especie de negociación hostil construimos un guión.
¿Las escenas más difíciles de ‘El bar’?
BS: En lo que a técnicamente se refiere seguramente coincida con lo que ahora dirá Álex. Hay una parte muy clara de la película que ha costado bastante. Pero en toda la primera parte de la película que estamos encerrados en el bar somos aún un grupo considerable de personas. Tuve que hacerme a la idea de que era n trabajo en grupo. Nunca sabías cuándo había una cámara mirándote y tenías que estar todos los días y horas de rodaje en tu puesto sin perder detalle. Precisamente en esta película son justos esos momentos en los que parece que no estás en plano los que valen. Corresponden a las reacciones a muchas de las frases pero son los que le dan valor a esos momentos.
AI: Si esa es la clave. Ese momento de cinco personajes interactuando con cinco personajes que se da en el almacén sobre todo y en el primer acto de la peli. Se disfruta mucho jugando con todo eso. Realmente el texto del plano depende de la intensidad del contraplano. Si en una película de terror tienes un monstruo de goma patético pero al otro lado tienes a una súper actriz haciendo «¡aaaagh!» el monstruo de goma empieza a dar miedo. El espectador tiende a colocarse en el afecto y necesidades del que mira. A través de eso atrapas al espectador. Es un truco muy sabido entre la gente que hacemos cine. Fundamenta la calidad de muchos diálogos. Es un truco que suelo utilizar mucho y en el que los actores caen siempre. Estás rodando y dices «¡qué bueno eso, rueda eso!». Generas una química en la que estoy rodando lo bueno.
¿En algún momento de preparación del personaje de Blanca, Álex lanzó la idea de que hiciese de parodia de una It girl?
AI: Igual lo podríamos haber hecho pero no se me ocurrió (risas).
BS: A ninguno se nos ocurrió la verdad. ¿Se ve así?
Si se puede interpretar como algo así.
BS: No, no era consciente. Deberíamos ahondar en esto.
AI: A mí me sorprendió Blanca en un plano y Jorge me dijo que lo quitase, que no estaba bien y le dije que me encantaba, también para joder un poco a Jorge. Cuando ella se sienta en el bar y dice «yo no vengo a estos bares». Yo no me lo imaginaba así y lo hizo ella y me encantó. La dije que lo hiciese más suave, de otra manera y luego monté esa, la suya. Define así inmediatamente al personaje. Te coloca al personaje en un punto concreto. Ese punto de decirlo como riéndose, lo hacemos todos tanto… «vaya mierda hay…». Es tan hipócrita, simpático y malroyero que me fascina.
En entrevistas para los Premios Fotogramas comentabais con Almodóvar la posibilidad de que le devolvieses el favor y le produjeses tú su próxima película. ¿Va a ocurrir esto?
AI: (Risas). No, por el amor de Dios. Lo que pasa es que Pedro y yo siempre jugamos a cosas parecidas. Recuerdo que una vez me dijo «estoy pensando en ti como actor. Es una historia con un director de prestigio internacional y luego hay un fan de él que también es director, novel, que es gordo y con gafas» (risas). Le dije «¿Quién va a hacer del gran director de prestigio?», «un actor atractivo, galán y tal» me dijo. «Ah vale pues habrá que buscar un gordo con gafas porque no lo veo por ningún lado» le dije. Nos reímos con cosas así. Cuando me dice eso me llena de orgullo y satisfacción al ver que se ríe conmigo.
¿Harías un reboot de ‘Acción Mutante’?
AI: Me lo han planteado muchísimas veces, igual que ‘El día de la bestia 2’. Incluso lo hemos pensado seriamente, porque nos divierte muchísimo. Pero me parece que es un paso atrás, me parece que son películas que están hechas y están bien para recordarlas, echarlas de menos, para decir que malo eres ahora y que bueno eras antes… (risas). Esas cosas que llenan de satisfacción a la gente que me quiere de verdad. Creo que precisamente porque son únicas las queremos. Si hiciese ‘Regreso al Futuro 3, 4, 5’ la banalizaría y perdería fuerza. Como en la vida los buenos momentos se viven y ya está.
Yo también echo mucho de menos ‘La rosa púrpura del Cairo’, un tipo de cine que hacía Woody Allen que después se convirtió en otra cosa. Con el tiempo es cuando las cosas, precisamente porque se impregnan de tu vida, cobran un valor que no tienen en realidad. Igual ahora hay un chaval de ocho o nueve años que ve esta película y se le convierte en emblemática. No lo sé, pero en el caso de estas películas, ya no es una película, forma parte de tu vida y lo recuerdas de manera determinada. Yo me lo he planteado muchas veces. Con ‘El Imperio contraataca’. ¿Es tan buena como creo que es, o es que la vi a los dieciocho años y la vi cuarenta veces porque en ese momento no tenía amigos? Ni novias, eso ocurrió bastante más tarde. Creo que las mejores películas que hemos visto las hemos visto a los dieciocho. Spielberg, ‘Indiana Jones’, ‘Blade Runner, ‘Alien’… ¿Todas esas películas que recuerdas como legendarias son las mejores o son así porque las vi en ese determinado momento? Nunca lo sabrás.
Estas son las preguntas que queríamos lanzaros. Enhorabuena por vuestro trabajo.
AI y BS: Muchas gracias a todos.
A continuación podéis ver una galería con fotografías de la presentación realizada en Madrid.
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