Una película soviética sobre la II Guerra Mundial
En motivo del 40 aniversario de la Gran Victoria, el gobierno de la URSS le encargó en 1985 al cineasta Elem Klimov una película sobre la II Guerra Mundial. La respuesta del director fue adaptar la novela «Soy de una aldea en llamas», del escritor bielorruso Alés Adámovich, quien se inspira en sus propias experiencias combatiendo en el bando partisando durante la Gran Guerra. Lo que vieron los ojos de Adámovich (coautor del guion) era de una dureza extrema, lo que provocó que los censores soviéticos tardasen 7 años en aprobar el guion del film. Se calcula que más de 600 aldeas en Bielorrusia fueron quemadas por los nazis en la II Guerra Mundial.
Para el papel principal, Klimov confió en un actor no profesional, Aleksei Krávchenko. “Tuvimos que protegerlo de la tensión y de la dureza de algunas escenas para que no acabase en un manicomio después del rodaje. Por suerte, fue devuelto a su madre vivo y saludable, y con el tiempo se convirtió en un gran actor”, recuerda el director. Él mismo temía que la dureza de la película provocase que el público no quisiese verla. “¡Pues que no la vean!”, le respondió Alés Adámovich durante una conversación: “Esto es algo que debemos dejar como legado, como evidencia de la guerra y como un alegato en favor de la paz”.
‘Ven y mira’ ganó el Festival de Moscú en 1985 y desde entonces se ha convertido en una obra de culto aclamada por público y crítica. No en vano, tiene un 95% de críticas positivas en Rotten Tomatoes, y actualmente, es una de las 100 mejores películas de la historia del cine según IMDB (con un 8,3 de nota media).
El próximo viernes 7 de mayo se reestrena en cines, en su versión restaurada por Mosfilm, considerada una de las grandes obras maestras del cine bélico europeo. Lo hace coincidiendo con el Día de Europa, para honrar la memoria de las víctimas de la II Guerra Mundial. ‘Ven y mira’ fue producida por la URSS en 1985 para conmemorar el 40 aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, y su restauración fue premiada en 2017 en el Festival de Venecia. Ha sido definida como “la película antibelicista más visceral e imposible de olvidar jamás realizada”.