Impresiones del 3×05 de ‘El Ministerio del Tiempo’

La letra no necesariamente con sangre entra.

Tiempo de esplendor. Así se ha llamado este episodio en el que la guerra mermaba los ánimos del pueblo y la capital era trasladada a Valladolid por influencia e intereses de un duque. En ese contexto veía España como crecían sus mejores escritores. Dos de los máximos exponentes de nuestra literatura han encabezado el episodio como personajes históricos «invitados’. Víctor Clavijo y Pere Ponce han repetido en sus papeles de Lope de Vega y Cervantes respectivamente. Las riñas y el pique entre ellos han resultado de lo más atractivo de un capítulo con no mucho interés histórico pero si argumental, pues algo se ha adelantado de la trama principal.

Esto es debido al individuo con el que se ha topado Pacino y a los progresos realizados por Ernesto (Juan Gea) e Irene (Cayetana Guillén Cuervo) en su viaje a los ochenta. El hermano de esta última, Fernando Guillén Cuervo ha tenido un papel bastante relevante al interpretar al Duque de Lerma en la otra historia paralela protagonizada por la patrulla. También hemos podido ver en ella a Elena Rivera (como la reina Margarita de Austria), a Federico Aguado (como el rey Felipe III) o al salmantino Mariano Venancio (haciendo de jefe como en ‘Mortadelo y Filemón’).

El director de este quinto capítulo (el número 26 de los que van emitidos), Oskar Santos (‘Hispania. La leyenda’, ‘Zipi y Zape’) ha tenido la oportunidad de dejarnos con un cliffhanger que tiene que ver con el personaje de Lola Mendieta. Veremos por dónde continúa la incierta historia de este personaje que contra toda regla de El Ministerio se está rescribiendo.

Impresiones del 3×04 de ‘El Ministerio del Tiempo’

La cosa ha pintado bien.

Por fin, ya echábamos de menos al personaje de Velázquez (y a Julián Villagrán). En un episodio como este que incluía a un pintor como Goya ya era imperdonable que no apareciese. No ha sido un capítulo protagonizado solo por él pero ha tenido una presencia de lo más entrañable.

‘Tiempo de ilustrado’ ha transcurrido, lógicamente, en la época ilustrada de España. Allá por el siglo XVIII Francisco de Goya obraba su arte y para recordárnoslo le ha encarnado Pedro Casablanc. Pero no ha sido el único que ha interpretado a un personaje conocido pues Luis Callejo se ha metido en la piel de Godoy, Noemí Ruíz en la de la Duquesa de Alba y María Adánez en la de Osuna. Todo un reparto que ha elevado el nivel interpretativo de la serie.

El director de esta ocasión, Jorge Dorado (‘Anna’), nos ha brindado unos minutos con mucho ritmo y un logrado equilibrio entre los personajes. Sobre todo ha sabido aprovechar el Parque de El Capricho y la obra de Goya para introducirnos en la época.

La pena es que con lo bueno que estaba siendo el episodio hemos vivido una solución tremendamente predecible. Al menos este ha sido un episodio con el gancho de los que empezaron a crear afición. Muchas referencias modernas, humor, nuevas intrigas, lecciones de historia… De momento, el menos épico, pero aún así, el mejor de la temporada.

Nos vemos en el quino capitulo (‘Tiempo de esplendor’), en el cual nos volveremos a encontrar con el Cervantes de Pere Ponce y el Lope de Vega de Víctor Clavijo.

Impresiones del 3×03 de ‘El Ministerio del Tiempo’

La magia ha llegado del director, no de la mano de Bécquer.

Este tercer episodio se ha nombrado como ‘Tiempo de hechizos’, no confundir con ‘Tiempo de magia’, que ese fue otro episodio de la temporada pasada. En esta ocasión la superstición y lo brujeril han constituido el eje del argumento de un episodio dirigido por Koldo Serra (‘Gernika’). El director bilbaino ha incorporado a la serie su sello, su manera de ver la escena, dotándola de brillantes planos y de un vibrante ritmo. La calidad visual ha sido el mejor aspecto de esta tercera entrega.

Tras arrancar el capítulo con un guiño a ‘El Señor de los Anillos’, a esa famosa escena del Nazgûl persiguiendo a los hobbits, se ha iniciado una trama que de nuevo ha estado relacionada con alguien que viaja destrangis por el tiempo, aunque en esta ocasión fuese una viajera involuntaria. El monasterio de Veruela ha acogido el capítulo y Hugo Silva ha vuelto a enfrentarse a la brujería, como ya hiciese en Zugarramurdi. Pacino ha seguido haciendo de las suyas contando, literalmente, películas. Por supuesto, haciendo lo que mejor se le da hacer investigar. Mientras tanto Amelia y Alonso se han pasado el episodio como drogados y cambiados, por un motivo bastante previsible.

El «personaje invitado» en esta ocasión era Gustavo Adolfo Bécquer, interpretado por Tamar Novas. Quizá el personaje histórico más desaprovechado y menos carismático de los que han aparecido. Culpa de ello quizá sea lo poco que ha estado en pantalla o lo poco que ha influido. Ha estado mucho más presente y ha sido más determinante Miryam Gallego como la supuesta hechicera y viajera del tiempo. También han aparecido Jon Arias (hijo de Imanol Arias), Marta Guerras, José Luis Ferrer, Marta Guerras, Adelfa Calvo y Juan Viadas.

Además hemos seguido con una intriga paralela protagonizada por Cayetana Guillén Cuervo y Macarena García, Irene Larra y Lola Mendieta respectivamente. No sabemos si la joven Mendieta seguirá los pasos de su otro yo ya fallecido, aquí al menos comienza a dar pasos en dirección contraria. Y hablando de cambios en las líneas temporales, Amelia ha dado señales de seguir preocupada por la niña que aparecía en las fotos que recibió.

Aunque cada vez que aprecian por el bosque nos saturaban de graznidos, algunos excesivamente artificiales, en general ha sido un atrayente capítulo, aunque algo por debajo de la media de la serie.

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