Crítica de ‘El último show’, la serie de «Marianico el Corto»

De-construcción de un personaje entrañable

Si pensamos que un comediante es en su vida normal tal y como se muestra en el escenario lo más probable es nos equivoquemos. ‘El último show’ viene para rescatar de nuestra memoria a «Marianico el Corto» o Miguel Ángel Tirado y a la vez para plantear de nuevo esa verdad. Pero más allá de mostrar cómo es un humorista tras bambalinas, pues eso ya lo han hecho series como ‘Life’s too short’ o más próximamente aquí en España ‘Paquita Salas’, se dedica a hacer un discurso sobre el cómo es la construcción de un personaje que pueda llegar a calar en la memoria de los espectadores, una audiencia que se siente más feliz cuando está embriagada de nostalgia, aunque esta esté más repetida que los episodios de ‘Los Simpsons’ en Antena 3.

Este es un drama que dentro de su amargor tiene momentos cómicos. Y es irónico porque en la ficción Miguel Ángel Tirado quiere hacer una película surrealista al estilo de las que hacía Luis Buñuel, otro aragonés, y su vida ya se pinta bastante alejada de la normalidad. No olvidemos que esta es una ficción que deconstruye un mito que está en su ocaso. Le saca del ámbar en el que está conservado, rodeado de mucha publicidad de la zaragozana cerveza Ambar por cierto. Pero quizá por no ser demasiado negra y deprimetne la serie también lleva a cabo una re-construcción, sobre todo de relaciones, como la que tiene el protagonista con su ex, el vínculo con su nieta o la aparición del padre huido.

En cierto sentido me ha recordado a ‘En las estrellas’, la película de Zoe Berriatua. Un soñador quiere hacer una obra de arte contra viento y marea, cuando otros le piden lo mismo de siempre. Y a la vez procura traspasar ese espíritu y conocimientos a una mente más tierna. De alguna manera ‘El último show’ juega con el espectador. ¿Habrá hecho alguna vez «Marianico el Corto» cortos caseros? ¿Tiene un escorpión como mascota? Y mientras esto pasa los episodios intentan dar respuesta a cómo se podría cerrar toda una carrera de éxitos en un mundo tan complejo y difícil como es el de la comedia.

El próximo 17 de abril se estrenan en HBO España los ocho episodios de ‘El último show’, la serie protagonizada por «Marianico, el corto» que un día antes emite su último episodio en Aragon TV. Una obra creada por Álex Rodrigo, un zaragozano que saca pecho en ‘El último show’ por su ciudad y por los talentos que su tierra ha dado citando nombres como Escartín, David Civera, Bunbury, Luis Larrodera e incluso Fluvi la mascota de la Expo de Zaragoza 2008. Así muchos pueden ver que el talento no solo se encuentra en núcleos como Madrid o Barcelona. De hecho el director de ‘Vis a Vis’, ‘El embarcadero’ o ‘La casa de papel’ incorpora dos actores tan buenos como  María Isabel Díaz Lago y Álvaro Morte, de Cuba y Algeciras.

A ‘El último show’ le falta algo de chispa, algo que capte más nuestra atención. Está bien el ver que un cómico como «Marianico el Corto», que ha vivido de hacer gracias a base de juegos de palabras, es capaz de hacer drama, hasta el punto de ser más propenso a darnos bajona en lugar de partirnos de risa. Pero las tramas desarrolladas con su ficticia ex (Luisa Gavasa) y su nieta (Laura Boudet) acaparan mucho tiempo y están bastante desvinculadas de lo que le pasa a Marianico. Sobre todo porque a veces parece que la serie gira solo en torno a ellas y además la trama de Boudet funciona mucho mejor cuando esta hace de nieta que cuando hace de adolescente insurrecta. Eso sí, hay que reconocer que a veces hila muy fino, como con esa confusión de Marianico con Álvaro Morte llamándole «el maestro», doble alusión, a su papel en ‘La casa de papel’ y a su pasado como maestro de primaria. También es hilarante la escena techno-etílica poniendo a Benidorm como un Magaluf para la tercera edad.

Este es el ocaso de un viejo comediante y el amanecer de un nuevo entusiasta de la comedia. Por eso se enfrenta la figura del monologuista con la del cómico tradicional. Es muy curiosa la diatriba que suelta en determinado momento el personaje de José Luis Esteban, manager de Marianico. El cómico tiene una handicap más, tiene que crear un personaje, aunque muchos monologuistas casi implementan esto a sus espectáculos. Y así volvemos a lo que comentaba al principio, delante del hombre está el personaje.

Marianico es una personalidad que iba de la mano de Barragán (por primera vez le he visto sin estar caracterizado), Pedro Reyes, Emilio Laguna, Manolo de Vega o posteriormente aquellos que cogieron el testigo como Chiquito de la calzada o Paz Padilla. Su único objetivo era soltarnos esas pequeñas cápsulas que nos hacen reír y se llaman chistes. Nos retrotrae a esos tiempos, arrinconados en pequeñas salas o locales de Karaoke. Lugares donde el recuerdo y el cameo van de la mano casi por extrema necesidad. Ahí es donde entroncamos con otra serie conocida, ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’. La diferencia es que Marianico huye de los conflictos y su gloria está algo más atrás. Pero igualmente todo acaba narrándose a base de mendicidad artística, cotilleos y hartazgo. A mí me ha causado penilla la serie, igual que aquel vídeo del sacerdote intentando dar misa a través de las redes sociales mientras todos se reían de él por equivocarse poniéndose ridículos filtros. Es todo un agrio absurdo.

Por último solo dos peticiones. Quiero un Playmobil de Barragán y que nos cuenten el chiste del vegetal (no sé si lo contará en el último episodio pues he podido ver siete de ocho).

Así es ‘Matar al Padre’, protagonizada por Gonzalo de Castro

Tragicomedia ácida con un padre que daría ardores de estómago.

Tenemos nueva serie que se estrenará el viernes 25 de mayo en Movistar+, poniéndose ese día al completo bajo demanda. En ella durante quince años acompañamos a la familia Vidal encabezada por Jacinto Vidal. ‘Matar al padre’ está compuesta por cuatro episodios de unos cincuenta minutos cada uno y nos muestra cuatro etapas distintas de este clan en un período desde mediados de los boyantes años noventa hasta muy cerca de nuestros días, quedándose en plena crisis económica. Una historia en la que matar al padre no es una opción pero si un deseo constante.

Porque el cabeza de familia que está interpretado magistralmente por Gonzalo de Castro (serie ‘7 vidas’, ‘Las furias’) es un individuo de mucho cuidado pero también de mucho cuidarnos. Me explico. Jacinto es alguien que cuida a su gente, que odia la traición, que valora la amistad y la familia por encima de todo y eso lo mima. Pero también quiere las cosas a su manera cueste lo que cueste, persiguiéndolo todo con tozudez y para ello lleva a los que le rodean hasta el extremo. Por desgracia para él no todos tienen su sistema de valores y no todo le sale como él piensa y las cosas se le tuercen o le llevan la contraria. Muchas son las desventuras que vive y su carácter hace que las vivamos tras un filtro tragicómico.

Tragicomedia. Le viene que ni pintado ese apelativo o esa categorización. La serie dirigida por Mar Coll y escrita por ella misma más Valentina Viso y Diego Vega combina drama y comedia de un modo muy bestia y sincero. No sé si ácida es la palabra más acertada para definir esta comedia pero desde luego a mí un padre como Jacinto Vidal me daría ardores de estómago. Está muy bien llevada la evolución de los personajes a través de esas cuatro fases poco separadas de sus vidas. Sentimos intensamente tanto sus penas como sus alegrías y aún así podemos reírnos ante lo surrealista de sus situaciones, que pese a ser altamente perturbadoras caben dentro de lo factible.

Lo cierto es que la canción que abre la serie no podía estar mejor elegida. «Mi viejo» de Piero. Su letra se la podría cantar Jacinto a su padre o los hijos de Jacinto a este. Ya que la serie trata temas bastante profundos, no se queda en lo superficial de la crisis que tantas producciones andan mostrando últimamente. El legado, la creación de hijos a imagen y semejanza, el modo en que queremos pasar nuestros días, el fracaso o éxito en la educación…  Para ello, con o sin simbolismo Mar Coll hace que los protagonistas se traten como perros pero que aún así se quieran entre ellos. Una relación de amor odio, de dependencia mutua que está cargada de mucha hipocresía también, de limosnas tanto materiales como emocionales.

Mini serie de cuatro capítulos. Pero decir que es «mini» es quedarse corto. Eso solo vale para su duración pues al igual que otras series como ‘Life’s too short’ su extensión desmerece su alcance. Y al igual que ese serial de Warwick Davis, Ricky Gervais y Stephen Merchant, pero con un humor ligeramente distinto, ‘Matar al padre’ nos aporta un pasatiempo amargo pero a su vez cómico. Es muy difícil alcanzar este punto de equilibrio y no es la primera serie que recientemente nos otorga Movistar+ de similares características, recordemos ‘Vergüenza’. Con personajes como el de Paulina García encontramos el lado más humano y comprensivo, con Greta Fernández quizá el más hipócrita o emberrenchinado y con Marcel Borràs tenemos la mejor réplica para Gonzalo de Castro. Ambos son los que como padre e hijo recorren el hilo central de la trama y tienen un constante toma y daca digno del que hemos visto en presencia de las cargantes madres del propio Hitchcock. Incluso Gonzalo de Castro llega a recortar en silueta como el famoso director.

¿Si os podéis acabar encariñando y pidiendo más de un personaje controlador, histérico, hipocondríaco, que se empeña en aguantar estoico y en encajar los golpes casi en solitario o que asfixia con su amor paternal? Ya os digo que Gonzalo de Castro hace que sí. Al final volveréis a él de igual modo que siempre acaban volviendo los Vidal a él, porque al fin y al cabo, cual Jedi y con la Fuerza, la ironía de la vida siempre le acompaña.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Moviementarios
Salir de la versión móvil