Incómoda, sucia, corrupta, pese a ello… ‘La peste’ huele bien.
Movistar+ estrena el próximo viernes 12 de enero su próxima serie original, ‘La peste’. Una producción de 6 episodios de 50 minutos aproximadamente que lanzará de golpe para aquellos que quieran vérsela del tirón, pero yo, que he visto los dos primeros, os aconsejo que la vayáis viendo con calma ya que este trabajo para televisión de Alberto Rodríguez deja mucho poso tras cada episodio.
Esta es una historia cargada de misterios y tejemanejes. Con una ambientación en ocasiones disimulada, ya que tiene secuencias en extremo oscuras, en contraste presenta otras que tienen una magnífica puesta en escena. Los decorados son muy realistas y recrean cómo debió ser Sevilla hace quinientos años de un modo muy preciso y escrupuloso. No es de extrañar que se haya llegado a tal calidad de diseño de producción pues ‘La peste’ ha contado con un presupuesto de 10 millones de euros. Sus 400 personas que componen el equipo técnico en términos generales se merecen un clamoroso aplauso por el trabajo que han hecho con las 130 localizaciones en las que han filmado (por lo menos con las que he podido ver en estas dos primeras entregas).
El elenco de actores es enorme. No tenemos un listado largo y rimbombante de nombres. Pero si se ha conseguido un equipo talentoso y eficiente para con los objetivos que buscaban Alberto Rodríguez y el guionista Rafael Cobos. Pablo Molinero es el protagonista principal con su personaje Mateo Núñez. Encarna bien a un personaje bastante inescrutable y huidizo. Tanto o más escurridizo es el papel que interpreta Sergio Castellanos que le acompaña en el protagonismo como el joven bastardo Valerio Huertas, al cual tiene que rescatar. Ambos son actores poco conocidos y con escaso recorrido en pantalla (como casi todo el resto del reparto). Esto en mi opinión les es favorable para que no hagamos prejuicios sobre sus personajes y podamos acompañarles bien en la construcción de sus personajes. Ambos papeles tienen una carga supersticiosa importante y mucho peso simbólico en la Sevilla del XVI, por supuesto dentro de la ficción. Por otro lado el nombre más llamativo es el de Paco León. Olvidaos de su fama de actor cómico y dicharachero. Su contención y seriedad en ‘La peste’ son inauditas, algo bastante inusual en su carrera.
Pese a que esta es una historia detectivesca, de investigación y raciocinio, está bastante sometida a las supercherías y las creencias de la época, sobre todo a las que imponía la Iglesia. No olvidemos que fue una era más crédula. De hecho una teoría apunta a que la peste es la culpable de que todos nos santigüemos con la palabra «Jesús» ya que la enfermedad viaja en la saliva al toser o hablar, podía contagiarse con un estornudo, y se cree que se empezaría a decir por aquel entonces cada vez que alguien estornudase. No es anecdótica la presencia de Javier Botet encarnando a la muerte o la peste, si no un argumento más a favor de los que decimos que esta es una época y una serie para los supersticiosos.
Alberto Rodríguez y Rafael Cobos son buenos con el suspense y lo vuelven a demostrar. En este caso también lo hacen en una serie de época que se han llevado a su terreno porque está planteada como una película larga, tanto con su ritmo como con su estructura. La trama de ‘La peste’ es fácil de seguir, es poco enrevesada aunque incluye muchos personajes. Es de tintes detectivescos, pero en otras ocasiones se torna palaciega o política, sobre todo cuanto entra en juego el papel de Paco León. Se centra más en la historia que en el trasfondo personal de los protagonistas. Aunque tiene momentos dedicados a mostrarnos algunas de las inquietudes o intimidades de los principales personajes. Como una historia de amor que a priori no viene mucho a cuento y que en principio no parece que se desarrollará mucho. Con seis capítulos parece que han acertado en la medida justa para narrar su historia y no tener que meter paja ni andarse por las ramas, espero no equivocarme tras seguir viéndolos a partir del día 12.