Crítica: ‘Hasta el fin del mundo’

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Estados Unidos, 1860. Vivienne Le Coudy (Vicky Krieps) es una mujer ferozmente independiente que se embarca en una relación con el inmigrante danés Holger Olsen (ViggoMortensen). Juntos, empiezan una nueva vida cerca del tranquilo pueblo de Elk Flats, Nevada. El estallido de la Guerra de Secesión los separa cuando Olsen decide luchar por la Unión y dejar a Vivienne a su suerte en un lugar controlado por el corrupto alcalde Rudolph Schiller (Danny Huston), su socio sin escrúpulos, el poderoso ranchero Alfred Jeffries (Garret Dillahunt) y su violento y caprichoso hijo Weston (Solly McLeod).

Crítica

Vicky Krieps interpreta inconmensurablemente el más que plausible guión de Mortensen

Tuve la suerte de encontrarme con Viggo Mortensen en una de las presentaciones que hizo para su primera película como director, ‘Falling’. En ese día nos sobrecogió y sorprendió con un filme inolvidable. Pero también nos agradó declarando, no solo que quería dirigir más, sino que quería también que sus películas guardasen alguna relación con los idiomas. Dicho y hecho. Para muchos es conocido su amor por las diferentes lenguas que pueblan el globo terráqueo. Para ‘Hasta el fin del mundo’ se ha escrito un personaje danés que se adentra en un mundo nuevo que rompe con todo lo que conocía hasta el momento. No es la única ruptura que encontramos en esta película en la que un romance se ve interrumpido por la guerra. El papel que ha preparado para su compañera de protagonismo Vicky Krieps guarda aún más relación con los idiomas y también destroza el rol de la mujer en el western y con ello deconstruye todo un género.

Si no recuerdo mal, me encantaría tener la oportunidad de preguntárselo de nuevo, ese mismo día en el que nos vimos, aún con mascarillas en el cine, comentó que le gustaría hacer una película rodada en la lengua de unos nativos norteamericanos. En ‘Hasta el fin del mundo’ plantea un western sin enfrentar a indios y vaqueros, pero que igualmente marca una sustancial diferencia. Esta película, que desarrolló durante el confinamiento de 2020, es un ejercicio de revisión de los valores y las motivaciones de toda una época marcada en nuestra memoria por años y años de ese cine que derivó en las películas de acción. ‘Hasta el fin del mundo es un filme que atraerá a los fans de Viggo Mortensen y a los amantes del western. Pero solo agradará a aquellos dispuestos a admitir otra interpretación. De hecho, su narración en dos tiempos también es inusual para el género y rompe los esquemas sin dejar de adoptar los denominadores comunes del cine fronterizo.

La visión de ‘Hasta el fin del mundo’ es plausible. Y es que además de amar los idiomas y a los caballos Viggo Mortensen ama la construcción realista de los personajes, por lo menos eso me ha hecho entender con las dos películas que ha realizado de manera autoral. Otros han intentado dar peso a la mujer que habitaba la Norteamérica en el siglo XIX haciéndola empuñar un rifle o convirtiéndola en una más de una diligencia de cuatreros o cazarrecompensas, como es el caso de las versiones de ‘Valor de ley’ o ‘Rápida y mortal’, por ejemplo. La situación que plantea Mortensen nos dibuja a alguien que no quiere ser una mujer florero, que no es en ningún sentido la mujer estándar que mandan los cánones de la época. De ese modo y sin tener que hablar de sufragios universales pero si de derechos laborales o la figura de la ama de casa, ‘Hasta el fin del mundo’ se alza como una película feminista. No habría sido así tampoco de no ser por una inconmensurable Vicky Krieps. También por el enfoque que Viggo Mortensen le da a su propio personaje. Esgrime otros acicates para moverle, no es el típico que desenfunda un arma sin dejar margen a la duda o que necesita que todo esté verbalizado. Juega mucho con las acciones y las miradas. En ese sentido me ha recordado mucho a lo que ha estado haciendo Clint Eastwood durante su trayectoria como director, que parece que ha ido remando con el tiempo hacia una dimensión diferente a la de sus películas con Leone.

Quizá se pueda leer entre líneas un amor más. Esta película podría funcionar como un tributo a padres o abuelos, de esos que en su día tuvieron que desplazarse y sacrificarse como emigrantes. La película se llama en España ‘Hasta el fin del mundo’, tal vez como alusión a una frase que se repite en el guión y a ese viaje vital que hacemos o prometemos hacer con nuestros seres queridos. Pero su título original ‘The Dead Don’t Hurt’ nos dice algo así como que los muertos no sienten dolor o que no deben causarnos dolor. Me viene a decir que la película nos ha querido hablar de la huella que dejamos en otros, sean o no de nuestra sangre y que va más allá de la pesadumbre y la melancolía. Me vale cualquiera de esas interpretaciones, me hace ver que esta es una película muy rica en matices.

Ficha de la película

Estreno en España: 10 de mayo de 2024. Título original: The Dead Don’t Hurt. Duración: 129 min. País: EE.UU. Dirección: Viggo Mortensen. Guion: Viggo Mortensen. Música: Viggo Mortensen. Fotografía: Marcel Zyskind. Reparto principal: Vicky Krieps, Viggo Mortensen, Solly McLeod, Garrett Dillahunt, Colin Morgan, Ray Mckinnon, W. Earl Brown, Atlas Green, Danny Huston. Producción: Talipot Studio, Recordered Pictures Company, Perceval Pictures, Polyphony Digital. Distribución: Wanda Visión. Género: romántico, drama, western. Web oficial: https://talipot.studio/the-dead-dont-hurt/

Crítica: ‘La unidad Kabul’

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Una subida de nivel la mar de emocionante y emotiva

La anterior temporada de ‘La unidad’ aumentó su tensión ya que tocaba el plano personal de los protagonistas e incluía a un villano magníficamente interpretado por Kaabil Sekali. Parecía que la serie había tocado techo pero en esta nueva tanda de episodios, el guión, el nivel de producción, la emoción de sus escenas de acción y la emotividad de sus argumentos han hecho que haya sido un subidón totalmente bien recibido.

El próximo 18 de mayo Movistar Plus+ estrena la tercera temporada de ‘La unidad’. Un nuevo arco argumental que, por supuesto hereda a sus personajes anteriores, con sus virtudes y cicatrices. Pero esta vez la acción transcurre en Oriente Medio. Todo sucede días antes de la salida (o huida) de los Estados Unidos, la OTAN y las embajadas de sus instalaciones de Afganistán el 30 de agosto de 2021. Sin paños calientes hay que decir que la historia transcurre durante el abandono internacional del país. Fue hace menos de dos años cuando se produjo la reconquista talibán y concluyó la mal llamada operación libertad duradera. Habría que ver cuál es el concepto de “duradera” para los norteamericanos pues solo ha habido un periodo de “libertad” de veinte años.

La serie se enmarca en los días previos a los despegues masivos, con la sombra de los talibanes cerniéndose de nuevo sobre el suelo afgano. El equipo liderado por Miriam (Marian Álvarez) está trabajando en cortar el tráfico de armas y de células a España cuando estalla el caos. Mientras, Carla (Nathalie Poza), se ha desplazado al sector privado. Una casualidad hace que sus caminos se vuelvan a cruzar, pero ambas deberán mover cielo y tierra para volver a encontrarse.

La temporada arranca con imágenes de archivo de aquella operación de retirada, un desastre que será recordado junto a otras espantadas del bloque occidental tipo Dunkerque o La batalla del Lago Changjin. El guión de Alberto Marini hace mucho hincapié en recordarnos que esto es algo real, que sucedió hace poco. Y la serie tiene secuestros, asesinatos, separaciones… que hoy en día siguen sucediendo. Esta es la temporada más dramática y dura. Si algo nos ha demostrado ‘La unidad’ es que como en ‘Juego de Tronos’ no nos podemos encariñar con ninguno de los personajes y además le da a todas sus muertes una pátina de realidad que asusta.

Volamos a un Kabul recreado a partir de localizaciones ubicadas en Pakistán y Almería. ‘La unidad Kabul’ además de más compromiso social incrementa el número de localizaciones y la cantidad de aventura. A partir de una ilustración del terror y del autoritarismo retrógrado se desarrolla este episodio de los protagonistas. Como si la urgencia de ese problema acuciante les hubiese influido, esta tercera temporada empieza potente, con acción, directa al grano. Dani de la Torre ha aprovechado bien esta aparente mejora del nivel de producción para explotar muchos más efectos prácticos y digitales. Las escenas de tiroteos o de huidas son realmente emocionantes, bien podrían ser de un gameplay del ‘Call of duty’ o escenas de películas tipo ‘Black Hawk derribado’.

Se agradece muchísimo el formato de esta miniserie. El hecho de que sean solo seis episodios de menos de cuarenta minutos hace que se pase en un suspiro. Además las temporadas están siempre cerradas, sin final abierto, lo que garantiza que no tendremos ningún coitus interruptus si deciden cancelarlas o finalizarlas. ‘La unidad Kabul’ garantiza un entretenimiento nada esclavo y de calidad. Sobre todo lo valioso de esta obra de semificción dotada de momentos de acción es que tiene espacio para el drama, pero no el gratuito o lacrimógeno. En esta ocasión toca hablar de las mujeres desplazadas de puestos sociales relevantes o de empleos que les había costado mucho conseguir, inimaginables para ellas durante el siglo XX. La sensación que nos queda es que les hemos abandonado, porque Afganistán, al igual que sucede con otros países inmersos en injustos conflictos bélicos, no tiene ya interés para los aliados de occidente. Por lo menos yo no veo en nuestros balcones o programas televisivos banderas afganas y sí de otras naciones.

Crítica de ‘La unidad’ T2

Más tensión y un villano que da miedo

Casi dos años después de su estreno tenemos de nuevo en Movistar Plus+ ‘La unidad’ T2. La segunda etapa de la serie de Dani de la Torre y Alberto Marini será lanzada el 18 de marzo. Ambos, director y guionista, vuelven a encargarse de la concepción y grabación de la historia. Con ellos ‘La unidad’ nos vuelve a contar el trabajo de unos agentes que velan por nuestra seguridad, cuya especialidad es el terrorismo, pero en esta segunda parte deberán cuidar más que nunca de su propia integridad.

En mi opinión creo que como serie policíaca española quizá quedó injustamente tapada por el éxito de ‘Antidisturbios’ (serie que recordaréis esta segunda temporada por una escena rodada también en una clásica corrala madrileña). Podréis leer aquí mi crítica de la primera temporada pero en resumen lo que me cautivó es que atrapa con su trama y con la manera en cómo nos llevaba por diferentes localizaciones. Y consiguió eso por su manera de rodar (De la Torre) y por los miedos que abarca y los giros con los que nos sorprende (Marini). En esta segunda temporada se mantiene el ritmo y la intensidad de sus argumentos, pero si es cierto que se ve venir por donde va a tirar, aunque nos da más de un susto.

Los protagonistas vuelven a ser los mismos. Agentes interpretados por Nathalie Poza, Michel Noher, Marián Álvarez, Luis Zahera, Raúl Fernández, Carlos Blanco, Fele Martínez… y alguna incorporación nueva como la de Aroa Rodríguez. Ellos están la mar de correctos sobre todo cuando la serie nos hace ver procedimientos que pueden formar parte de la rutina de la policía. Pero he mentido, los protagonistas son los mismos en el bando de los buenos, pero por parte de los villanos tenemos muchas novedades y ahí está el principal atractivo de ‘La unidad’ T2. La principal amenaza para la unidad viene por parte de un padre doliente interpretado por Kaabil Sekali. Ese nuevo enemigo da miedo por el hecho de que juega a dos e incluso tres bandas a la vez, pero también porque la actuación del actor benaventano es intachable. De lo afable pasa a lo amenazador de un modo que quita el hipo.

‘La unidad’ T2 está dedicada a la memoria del actor Florin Opritescu y del policía de la CGI Miguel Cerviño (oficial de enlace de terrorismo en la oficina española ante EUROPOL en La Haya). Y al igual que la anterior temporada sirve como tributo a todos esos agentes o funcionarios que velan por el fin del terrorismo. Personas que están emplazadas en multitud de ubicaciones. Es por eso que de nuevo la serie de Movistar Plus+ nos lleva por Madrid, Marruecos, Granada, Canarias, un portaviones en el Golfo de Guinea, Jordania, una plataforma petrolera… Puede que no haya sido rodada exactamente en esos sitios, pero el hecho de viajar ficticiamente por esos escenarios ayuda a mantener un buen ritmo y a ofrecer cuán magnitud tiene la investigación y actuación contra las amenazas violentas o los fanatismos.

De nuevo la temporada se compone de 6 episodios y las únicas pegas que les encuentro es la falta de riesgo, el atreverse a ser más impactantes con sus giros. Sorpresas que además se ven venir pues el guión ha caído en los típicos romances o en eventos que nos están anunciando casi a gritos. Por ejemplo, el giro del quinto episodio está sacado de la manga y la revelación del principio del sexto resulta bastante obvia. Eso sí, el final… tremendo. Esperemos que no pase nunca algo así.

Otro aliciente para esta temporada dos es el conocer un poco más a los protagonistas. Al ser el objetivo directo de los terroristas los guionistas se han visto en la casi obligada tarea de extender más los detalles de la vida privada de estos policías. De ahí que haya más suspense y emoción que en la temporada uno. Y aunque da la sensación de que los protagonistas se exponen en exceso para la situación que viven (si pensamos en lo estrictamente procedimental) sí que hay detalles que denotan un discurso o una intencionalidad. Y en mi opinión no es otra que la de sacar a relucir los prejuicios, los cuales, en este caso sacan a relucir también a la paranoia o por lo menos contribuyen a acrecentarla.

La serie acaba con unos momentos de tensión bastante bien gestionados y como siempre cerrando la trama. Si Movistar renueva por otra temporada estupendo, compro, pero si se cancela la serie tendremos la historia finiquitada.

Crítica: ‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’

Sinopsis

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En la habitación de un hotel barato en París, Oscar Wilde (Rupert Everett) yace en su lecho de muerte cuando el pasado lo invade, transportándole a otros tiempos y lugares. ¿Fue alguna vez el hombre más famoso de Londres? ¿O fue el artista crucificado por una sociedad que un día lo adoró?

Ante la angustia de la muerte, Wilde repasa el intento fallido de reconciliarse con su sufrida esposa, Constance (Emily Watson), su fatal relación amorosa con Lord Alfred Douglas (Colin Morgan) y la calidez y la devoción de sus amigos Reggie Turner (Colin Firth) y Robbie Ross (Edwin Thomas), quienes intentaron salvarle de sí mismo. La importancia de llamarse Oscar Wilde es un retrato del lado oscuro de un genio que vivió́ y murió por amor en los últimos días del siglo XIX.

Crítica

Everett actúa con comedida tragedia y perspicacia

Oscar Wilde, poeta y dramaturgo nacido en el Dublín que por el siglo XIX pertenecía a Inglaterra y que hoy en día tanto para los ingleses como para los irlandeses representa uno de los exponentes máximos de su literatura. Su figura no necesita presentación, su vida privada quizá si necesite algo más de luz para aquellos que no se han acercado con curiosidad a tan póstumamente laureado escritor. Rupert Everett no solo se ha enfundado la piel del autor si no también la función de director y escritor en ‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’. El actor conocido por películas como ‘Stardust’, ‘La boda de mi mejor amigo’ o ‘Crónica de una muerte anunciada’ se encuentra ante su primera película a los mandos y tras haber trabajado en más de 70 títulos como intérprete, se nota que atento ha estado y algo ha aprendido.

Como hilo central está la narración de uno de sus famosos cuentos, ‘El príncipe feliz’. Historia que representa el título original de la película y que se emplea para que el propio Wilde sea metáfora de ese tesoro desaprovechado por la humanidad del que habla su cuento, esa joya a rescatar de entre tanta injusticia. Así nos lo hace ver el guión de Everett que se centra mucho en el apaleamiento social que sufrió el escritor por ser acusado de homosexual y libertino. Se enmarca en la época final de la vida del autor, una etapa en la que estaba desacreditado tras salir de la cárcel y en la que vivía arruinado, desterrado, moviéndose casi de incógnito con sus amigos y amantes.

Partimos de que el parecido físico entre Wilde y Everett caracterizado es medianamente aceptable. Con una celebridad como el poeta habría sido muy fácil haber caído en el histrión pero Everett actúa con comedida tragedia y perspicacia. Capta al cínico poeta. De hecho un día Wilde dijo «un cínico es un hombre que conoce el precio de todo y no da valor a nada». Pues el personaje de Everett da a entender que sabe perfectamente el significado de esa frase, por lo que podemos suponer, entre otras cosas, que su esencia está bien vislumbrada.

A parte del enfoque del personaje otra cosa que se ha escogido correctamente y es el diseño de producción. La ambientación de los escenarios está muy bien configurada. La lúgubre Londres, los diferentes y sombríos bares ingleses y franceses que frecuentaba, la sucia cárcel en la que fue encerrado, el luminoso hogar que compartió con su amante, la triste habitación en la que murió… Todo ello nos transporta a una época de lámparas de gas y carruajes en la que solo había espacio para el color si eras adorado.

Como contrapeso en la balanza tenemos que el filme es muy poco emotivo. A pesar de que el Wilde de Everett es muy carismático no consigue transmitirnos la misma sensibilidad de sus obras. La película en su conjunto no sirve para emocionarnos de tal manera que suframos con su calvario, rupturas o muerte. Tampoco para rememorar los sentimientos surgidos al leer su obra. De hecho ni siquiera sirve para ilustrar la gestación de sus escritos. Como decía al principio es un buen título para quienes no tengan conocimiento de cuales eran sus gustos personales, sirve a título informativo, pero no emotivo.

Hay personas que parecen nacer para ser personajes. La historia ha hecho que con el tiempo Oscar Wilde sea considerado alguien con carácter de novela. Acierta el guión de ‘La importancia de llamarse Oscar Wilde’ pues lejos de mitificarle consigue mantener más viva a la celebridad pero dejando claro que fue también persona terrenal, que por otro lado nunca sabremos exactamente cómo fue.

Ficha de la película

Estreno en España: 26 de abril de 2019. Título original: The happy prince. Duración: 105 min. País: Reino Unido, Alemania, Bélgica, Italia. Dirección: Rupert Everett. Guion: Rupert Everett. Música: Gabriel Yared. Fotografía: John Conroy. Reparto principal: Rupert Everett, Colin Firth, Colin Morgan, Edwin Thomas, Emily Watson, Tom Wilkinson. Producción: Cine Plus Filmproduktion, Robert Fox Limited, BBC Films, Entre Chien et Loup, Raindog Films, Palomar S.p.a, Maze Pictures, Daryl Prince Productions, Centre du Cinéma et de l’Audiovisuel de la Fédération Wallonie-Bruxelles. Distribución: Alfa Pictures. Género: biográfico, drama. Web oficial: https://alfapictures.com/sp/amy_movie/la-importancia-de-llamarse-oscar-wilde/

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