Crítica: ‘Fallout’

En qué plataforma ver Fallout

Un bombazo de serie que solo se puede medir con el pulgar hacia arriba

Jonathan Nolan y Lisa Joy regresan con una serie de ciencia ficción, ‘Fallout’, esta vez en Prime Video a partir del 11 de abril. Los artífices de ‘Westworld’ y ‘The Peripheal’ crearon anterior y respectivamente su versión de una película y una novela fantástica y ahora lo que adaptan es un videojuego. La mítica saga de Bethesda da el salto a la televisión en formato acción real. No serán pocas las comparaciones de esta serie que tiene planos a lo ‘Apocalypse now’ y ‘Terminator’, pero sobre todo con quien tendrá muchas asimilaciones es con un estreno que aún tiene que llegar ‘Borderlands’.

Estamos en un mundo arrasado, controlado por clanes (a cada cual más chiflado y fanático), siguiendo la búsqueda de un preciado tesoro, donde impera la ley del más fuerte o el más trapero. Bien es cierto que aunque aquí hay bastantes majaderías el juego de Gearbox es mucho más cómico que ‘Fallout’, pero hay muchos puntos en común. El sabor al farwest, los tiroteos, el ambiente apocalíptico desértico donde aún funcionan ciertas tecnologías… Se parecen y sin entrar en cuál llegó antes a nuestras consolas disfrutamos de la historia.

¿Cuáles son los precedentes? Como espectador que no conozca el videojuego solo has de saber que la humanidad, como siempre controlada por el corporativismo, a arrasado el planeta a base de explosiones nucleares. A la cabeza está Vault-Tec, una empresa tipo Umbrella Corporation que desarrolla todo tipo de tecnologías, en especial los más de cien bunkers que mantendrán a la humanidad a salvo bajo tierra. ¿A salvo? Como siempre la multinacional se alza como la villana de esta ucronía y realiza variopintos experimentos que crean todo tipo de situaciones y criaturas. Seres como los ghouls, los gulpers, los mutantes… forman sus clanes y facciones que intentan controlar los Estados Unidos, ahora convertidos en una Commonwealth de trece estados.

Estamos ante una realidad alternativa con sabor a western y a años 50. Sombras del comunismo hasta en la sopa, llaneros solitarios, una elegancia que se percibe hasta entre la mugre… La serie tiene un encanto difícil de describir pues en su mezcolanza de géneros brota un drama y un romanticismo que funciona. Sobre todo porque todos los personajes tienen un arco argumental interesante y evolucionan sustancialmente, no son para nada planos. Y principalmente porque ‘Fallout’ marca la diferencia y huye de héroes y santurrones. Todos los protagonistas hacen alarde de cierta maldad fruto de vivir en un mundo que te destroza para conseguir sobrevivir.

Quizá esta no sea una traslación literal de alguna entrega concreta de la saga pero desde luego funciona correctamente en el universo creado por Tim Cain para ordenador en 1997. Si habéis jugado toda la saga reconoceréis a personajes como Lucy o Maximus, e incluso al pero albóndiga, así como a un robot que tiene jocosamente la voz de Matt Berry. Curioso o sarcástico es que la serie disponga de un personaje que proviene de un pasado similar al de los nazis y que comparta nombre (Dr. Siggi Wilzig) con alguien que en la realidad fue un superviviente del holocausto y de campos como Auschwitz y Mauthausen y posteriormente un magnate de la banca. Sea como fuere está divertido seguir al escudero de unos caballeros de armadura tosca a lo Warhammer 40.000 (Aaron Moten), a la candorosa y bienintencionada joven del búnker 33 (Ella Purnell) o al pútrido cowboy cuatrero excelentemente bien maquillado (Walton Goggins).

La serie al fin y al cabo es una aventura que desarrolla varias buddy movies a la vez. Como en el juego es divertido ver los distintos clanes que se han creado o los variopintos experimentos que se han realizado en los búnkeres. Es una propuesta más bestia y sangrienta que ‘Westworld’, pero no por ello menos dramática. La Hermandad, El Enclave, Shady Sands, El Yermo, diversos refugios subterráneos… Recorremos puntos clave de los videojuegos y por momentos la serie recuerda a ‘De amor y monstruos’ o a ‘Mad Max’, pero no olvida la fuente original. Toparnos con un cadáver nada más salir del búnker 33, tener un filtro de agua roto o usar una nevera como refugio nuclear son detalles que no pasarán desapercibidos a los gamers. Como el hecho de ver por todas partes y sin abusar a lo product placement el logo de la Nuka-Cola. A esa manera de no propasarse con los detalles y de saber adaptar, no calcar los juegos, yo le pongo el pulgar arriba cual Vault Boy.

Crítica: ‘Operación Búfalo’

Sacándole los colores a la Commonwealth

Apuntaos estas fechas: 27 de septiembre de 1956 y 18 de enero de 2022. La primera es la fecha en la que empezó la Operación Búfalo en Maralinga (Australia) y la segunda marca el momento en el que Filmin pondrá a disposición de sus usuarios la serie que narra lo sucedido allí.

Todos los episodios comienzan con la frase “Esta es una obra de ficción histórica, pero gran parte esta terrible historia ocurrió de verdad”. De este modo sabemos que, aunque tengamos mucha comedia hay un subtexto muy serio. También tenemos en todos ellos a modo paródico un noticiero radiofónico que suena de vez en cuando incitando al patriotismo, aunque lo que estén llevando acabo allí sea una misión temeraria en la que dan palos de ciego con la energía nuclear y su consecuente radiación. Lo que pasó en Maralinga es que el ejército británico tiró bombas atómicas en las antípodas.

‘Operación Búfalo’ es una serie Australiana de 6 episodios de 52 minutos cada uno. Transcurre en una base militar disfuncional, indisciplinada que como en otras historias del mismo corte está gestionada por un líder experimentado pero despreocupado o inconsciente, interpretado por James Cromwell. La serie ha sido creada por Peter Duncan (‘Rake’). Aunque Cromwell encarna los remordimientos del Imperio Británico no es el único protagonista, realmente quien hila la narración es el personaje de Ewen Leslie (‘The Nightingale’).

Leslie interpreta al segundo militar más veterano de la base, un héroe de la Gran Guerra. Hace poco vi ‘The White Lotus’ y en ella el regente de un resort se volvía loco por mantener el orden y evitar un escándalo. Esa es la estresante labor del segundo al mando en la ‘Operación Búfalo’, correr de un lado para otro velando por el buen funcionamiento de la base tratando de localizar a una prostituta introducida sin autorización en la base en la víspera de un ensayo nuclear y la visita de unos ministros (de justicia y defensa). “Nunca es fácil” repite constantemente.

El guión dispone conversaciones propias de los Hernández y Fernández de Hergé, en medio de la tormenta conservan la calma y la locuacidad. Son seis capítulos con multitud de sucesos. Nos mantiene enganchados con muchos giros y misterios. Pero bajo todo eso hay un discurso sobre el abuso de poder, los atentados ecológicos, todo ello en aras del imperialismo británico y un mal llamado progreso. Y sobre todo a la apropiación indebida de tierras pertenecientes a aborígenes. De hecho el primer episodio va dedicado a Ningali Lawford Wolf, una actriz aborigen australiana.

Las intrigas se suceden, los compromisos se complican, las situaciones peliagudas son una constante en una serie que más que cómica es ilustrativa y reflexiva. Más que como un entretenimiento humorístico ‘Operación Búfalo’ funciona para poner en entredicho los supuestos valores honorables y benefactores de la Commonwealth.

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