Crítica: ‘La maldición de Lake Manor’

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Samuel es un niño paralítico que vive con su madre en Lake Manor, una mansión aislada en el bosque, la cual tiene prohibido abandonar. La llegada de la joven criada Denise aportará algo de luz en la estricta rutina del muchacho, pero la madre seguirá vigilando de cerca todos sus movimientos.

Crítica

Su final está cultivado y guardado con recelo, eso me ha conquistado

‘La maldición de Lake Manor’ arranca con un accidente que deja a un niño anclado a una silla de ruedas y a una casa. Una autoritaria casa de la que no le dejan salir y en la que es educado bajo un estricto programa.

Durante buena parte de ‘La maldición de Lake Manor’ vais a preguntaros por qué esta película está dentro del género de terror o simplemente por qué a esta finca la llaman maldita. El filme de Roberto de Feo tiene más carácter de drama pero sí que es cierto que el miedo llega cuando ves que el niño teme a sus adultos y que algunos de los propios empleados de la casa viven amedrentados.

‘La maldición de Lake Manor’ también se titula más acertadamente ‘Il nido (The nest)’ ya que por diversas razones el joven no puede abandonar su hogar. Al igual que tardaréis en percataros de la razón del terror de esta cinta, el sentido título también se hace de rogar, pero no tanto. La película de Roberto de Feo tiene muchos puntos misteriosos y durante el tercer acto va arrojando más luz a todos los detalles que nos ha ido mostrando.

Aunque se os puede hacer un poco extraña la narración e incluso en ocasiones aburrida o repleta de relleno, esa sensación desaparece con el final. Un cierre con giro de guión que si bien no es novedoso te coge desprevenido. El mérito de esta película es trabajar con todas sus escenas para ir orientándonos hacia el desenlace y a su vez conseguir despistarnos hacia diversas temáticas. ¿Qué significaba ese sueño? ¿Qué pasó con este personaje? ¿Por qué está ahí la chica? ¿Por qué aguantan al temible doctor? No os preocupéis, echadle paciencia que es de esos filmes que nos hace atar cabos al final, sin dejar ninguno suelto por lo que uno queda mucho más satisfecho con su conclusión de lo que esperaba. Su final está cultivado y guardado con recelo, eso me ha conquistado.

La interpretación que más llama la atención es la del debutante Justin Korovkin como el joven paralítico. Poco a poco nos va convenciendo con su personaje. Y el resto del reparto participa para elaborar con solvencia el ambiente de una extraña casa en la que es obvio que se guarda con temor un secreto. También para hablarnos acerca de los pasos hacia la madurez y de la sobreprotección patriarcal. Ambientación muy bien respaldada con una cuidada fotografía obra de Emmanuele Pasquet, el cual ha empleado tonos muy lúgubres, a veces anaranjados y verdosos que nos transmiten sensaciones de decadencia, rigurosidad y maneras anticuadas. Se torna además en una película triste y melancólica con la estupenda versión a piano del ‘Where is my mind’ de Pixies que habréis escuchado en ‘El club de la lucha’ o en su versión más tecnológica y actual, ‘Mr. Robot’.

Esta cinta que nos llega desde Italia me ha sorprendido gratamente. No me extrañaría tener opiniones en contra, sobre todo a raíz de la narrativa que lleva a cabo, que juega un poco la despiste. Pero precisamente por eso la he disfrutado.

Ficha de la película

Estreno en España: 22 de enero de 2021. Título original: Il Nido (The nest). Duración: 103 min. País: Italia. Dirección: Roberto de Feo. Guion: Roberto de Feo, Lucio Besana, Margherita Ferri. Música: Teho Teardo. Fotografía: Emmanuele Pasquet. Reparto principal: Francesca Cavallin, Ginevra Francesconi, Justin Alexander Korovkin, Maurizio Lombardi, Elisabetta de Vito, Fabrizio Odetto, Troy James. Producción: Colorado Film Production, Vision Distribution, Film Commision Torino-Piemonte, Regione Piemonte. Distribución: Alfa Pictures. Género: terror. Web oficial: http://www.coloradofilm.it/document/it/the_nest/cinema

Crítica: ‘Malasaña 32’

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A finales de los 70 la familia Olmedo compra un antiguo piso en el número 32 de la calle Manuela Malasaña de Madrid. Atrás dejan el pueblo en busca de la prosperidad que parece ofrecerles la capital. Pero, hay algo que la familia Olmedo no sabe: en la casa que han comprado, no están solos… Algo que desconocen va a poner en peligro sus vidas y tendrán que defenderse. ¿Y si lo más terrorífico de la ciudad no estuviera fuera… sino dentro de tu casa?

Crítica

Terror con más susto que discurso

‘Malasaña 32’ nos traslada al año 1972, al barrio madrileño, antes de que se convirtiese en el frecuentado lugar tan de moda que es hoy en día, justo antes de que por él se viviese toda aquella apertura al mundo moderno y el fenómeno de la movida madrileña. Una familia llega a una casa en la que ya sabemos que no se cuece anda bueno ni de este mundo y ellos ante las primeras señales se mantienen optimistas pues han llegado ávidos de oportunidades, queriendo quitarse el polvo y las habladurías del pueblo que dejan atrás.

Albert Pintó es el director de esta nueva cinta española de terror. A día de hoy todos los trabajos que había visto de su puño y letra o bajo su lente habían venido firmados junto al director Caye Casas y además siempre a través del prisma de la comedia. Es por eso que siempre he recomendado enérgicamente que veáis su película ‘Matar a Dios’ o sus cortos ‘RIP’ o ‘Nada S.A.’. En ‘Malasaña 32’ se ha desvinculado de Casas y también del humor, aunque no ha podido evitar introducir algún que otro momento paródico, o así he querido entender alguna escena. Esta película que ha elaborado junto a guionistas de ‘Velvet’, ‘Las chicas del cable’ o ‘Gran reserva’ sabe al Madrid de transición, al que comenzaba a verse inundado por la industrialización y el comercio feroz. Pintó tiene buen hacer a la hora de dirigir a sus actores, elegir planos o mover la cámara y en ese ambiente de aires de cambio se genera su atmósfera de terror, en un gran piso polvoriento, obsoleto y por muchos años abandonado.

No es una película constantemente estruendosa, pero sí que hay que decir que se han pasado hasta subiendo el volumen de los interruptores o las garruchas de las cuerdas de tender. Tampoco sería correcto afirmar que constituya una montaña rusa de sustos pero si está muy fundamentada en darnos sobresaltos, se pierde la cuenta de los que hay. Y los que nos dan nos remontan a otros vistos en el cine clásico de terror.  Al fin y al cabo ‘Malasaña 32’ tiene muchos guionistas y supongo que cada uno ha querido meter su dosis de nostalgia, lo cual ha hecho del todo un conjunto de muchas referencias. El filme nos puede acercar con su diseño de producción retro y su música un poco a la reciente ‘Verónica’ de Paco Plaza pero sin duda su trama nos remonta más a títulos como ‘Insidious’ o aún más lejos a ‘Poltergeist’, por el juego que tiene con la infancia, lo sobrenatural, lo invisible y lo desesperante de la búsqueda. Por supuesto el rol de Concha Velasco nos remonta también a la película de Tobe Hooper pero su presencia se hace mucho menos carismática, demasiado arquetípica.

Sus actores están bien y la criatura que atemoriza a la familia podríamos haberla visto en cualquier producción norteamericana. Con su ambientación podría haber sido una película para morderse las uñas, aunque con ese monstruo de Javier Botet más bien habría que recomendarles un afilado cortaúñas. ‘Malasaña 32’ tiene sus buenos momentos, tensos y bien buscados pero también nos podemos ver venir el jump scare de turno.

Casi pillada por los pelos se la puede enmarcar en esas películas que emplean el terror para hablar de algo, es decir, no solo para meramente asustar. Su discurso está bien colocado, tanto cronológicamente como en el barrio en el que se enmarca, pero no le dedica el tiempo suficiente. Su mensaje final tiene que ver con algo que he mencionado precisamente al principio. La lástima es que no se desarrolla su explicación lo suficientemente bien durante el filme, si no que de una manera abrupta y precipitada se da en los instantes finales. ‘Malasaña 32’ habría tenido más jugo y más profundidad de haber explorado durante más tiempo las ideas que explora en sus últimos compases. Me choca que Pintó no se haya atrevido a mojarse más aún con el drama o la crítica de su argumento, sobre todo sabiendo lo punzante que es cuando se sumerge con tanta fluidez en el humor negro. No deja cabos sueltos, no se pone barreras, pero tendría que haberse adentrado más extensamente y mucho antes en los dramas de sus personajes, tanto los vivos como los muertos.

Ficha de la película

Estreno en España: 17 de enero de 2020. Título original: Malasaña 32. Duración: 95 min. País: España. Dirección: Albert Pintó. Guion: Ramón Campos, Gema R. Neira, Salvador S. Molina, David Orea. Música: Fotografía: Daniel Sosa Segura. Reparto principal: Begoña Vargas, Iván Marcos, Beatriz Segura, Sergio Castellanos, José Luis de Madariaga, Iván Renedo, Javier Botet, María Ballesteros, Rosa Álvarez. Producción: 4 Cats Pictures, Atresmedia CIne, Bambú Producciones, Mr. Fields and Friends, Warner Bros. Entertainment. Distribución: Warner Bros. Pictures. Género: Terror. Web oficial: https://www.warnerbros.es/malasana-32

Hemos experimentado ‘La maldición de Hill House’ y queremos volver

Enganchados a la dramática y terrorífica historia de esta casa del terror

Seis episodios de diez hemos visto de ‘The Haunting of Hill House (La maldición de Hill House)’. ¿Por qué nos haces esto Netflix? Se agradece que nos dejen ver previamente capítulos de series, pero cuando ves algo más de la mitad de una serie tan buena se te hace interminable la espera al estreno global y el lanzamiento de la temporada completa. Esto será el próximo 12 de octubre, casi justo después de verse en el festival de Sitges el día 7 y hasta entonces nos mantendrán expectantes por ver como acaba esta excelente serie basada en la novela de Shirley Jackson. Mientras, yo os transmito sin spoilers mis primeras impresiones.

Mike Flanagan (‘Oculus’, ‘El juego de Gerald’) es quien está tras ‘La maldición de Hill House’. Su personal puesta en escena con colores apagados y momentos de sosegada y ominosa calma se pone a merced de una historia que transcurre en nuestros días pero que sabe mucho a terror gótico. Esta producción de Amblin TV y Paramount Television nos cuenta la experiencia de la familia Crain en una mansión de aciago y antiguo aspecto.

Ha habido otras adaptaciones de la novela de Jackson que al igual que esta nueva producción se permite sus licencias. Véase ‘The haunting (La casa encantada)’ (1963), la versión del mismo título que en España se conoció como ‘La guarida’ o incluso la parodia de ‘Scary Movie 2’. Pero en formato de serie es la primera vez que se explota este texto. Una serie entera sobre una casa encantada que para nosotros puede ser inquietante y terrorífico, pero ¿os imagináis para sus protagonistas que pasaron allí su infancia?

Este nuevo estreno de Netflix es un engorroso drama familiar causado por un detonante terrorífico. O más que por uno por muchos que van viviendo sus miembros y que desembocan en una noche en concreto de la que de momento en los episodios que hemos visto no sabemos sus acontecimientos exactos. Instantes conmovedores y también escalofriantes son los que vamos viendo pero también podemos observar las secuelas de haber crecido en el que se convierte en el caserón maldito más famoso del país.

Como punto fuerte también está su guión que nos brinda una narrativa llena de saltos en el tiempo. Cada episodio está destinado a desgranar el pasado, presente y psique de cada uno. En todas las entregas nos alternan escenas del antes y el después de un evento que se convierte en leitmotiv hasta que conocemos la vivencia de todos en profundidad. Nos ofrece tantos puntos de vista como integrantes del clan tenemos y así se va componiendo un misterioso y estremecedor puzle tremebundo. Siempre girando en torno a alguno de los Crain, está bien esta técnica para contarnos la historia porque aunque realmente no avancemos en el tiempo durante la primera mitad de la serie si que se nos van aportando particulares novedades, acompañadas por supuesto de algún susto y de la atmósfera tan conseguida que tiene.

Entre actores infantiles y adultos el reparto es bastante extenso. Michiel Huisman, Carla Gugino, Timothy Hutton, Elizabeth Reaser, Oliver Jackson-Cohen, Henry Thomas, Kate Siegel y Victoria Pedretti, así como los niños y niñas Lulu Wilson, McKenna Grace, Paxton Singleton, Violet McGraw y Julian Hilliard. Repite con Mike Flanagan y con Netflix la actriz Carla Gugino (‘El juego de Gerald’). La Espectro de Seda de ‘Watchmen’ se convierte además aquí en una de las mayores protagonistas por su interpretación e importancia, a pesar de que relativamente no es una de las protagonistas principales. Porque en quienes se centran los episodios es en los que hacen de hijos de esta, sobre todo los actores que les interpretan en su edad adulta. Es difícil decantarse por un actor u otro, pero debido a que algunos niños no son del todo convincentes y al carácter de aquello que nos tienen que contar, son Oliver Jacskon-Cohen y Victoria Pedretti los que más han atraído mi atención. Aún así todos tienen en común que llevan con cinismo, resignación y sentimientos contenidos lo que les ha pasado y los intérpretes saben plasmarlo.

La intro de la serie va muy en la línea a lo que hemos visto en otras series  de Netflix como ‘Daredevil’, pero también puede recordarnos con su música a ‘Westworld’. Como toda esta producción está llena de penumbra así como de largos y lentos zooms o travellings. Tanto el opening como gran parte de las escenas tienen una peculiar iluminación que hace que los rostros resplandezcan. Pero al contrario que en otras películas, sobre todo antiguas, ese efecto no se emplea para enfatizar alegría o amor, si no tristeza y temor.

Como momentos estelares guardo el arrollador final del episodio cinco y los planos secuencia muy bien conjuntados del sexto. En general el misterio es constante y la serie da pie a elaborar teorías. Lo sobrenatural nos puede asaltar en cualquier momento y de la manera más sutil en ‘La maldición de Hill House’. Pero también los traumas que hacen que en esta serie lo importante no sean los sobresaltos o los momentos adrenalíticos, si no la incómoda quietud y el estigma impreso en el ADN de una familia unida por una maldición.

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