Episódica pero más que satisfactoria
‘Resident Evil: oscuridad infinita’ es un episodio más en la historia de la franquicia pero eso no le resta valor. Esta miniserie que puede verse desde el 8 de julio en Netflix viene a continuar la película ‘Resident Evil: Vendetta’ y por lo tanto es secuela directa también de los videojuegos.
Y sorprende que uno acabe la serie (que tiene un cierre conclusivo) y se quede con la impresión de haber jugado al juego tras analizar las etapas por las que pasa. Hay capítulos que se enmarcan en ubicaciones o situaciones atípicas para el videojuego de Capcom. ‘Resident Evil: oscuridad infinita’ empieza al más puro estilo ‘Black Hawk derribado’, para convertirse en ‘Objetivo: la Casa Blanca’, plantearse como una ‘Guerra mundial Z’ y transformarse en una contienda con un final boss (muy a lo Cosa del Pantano) que si bien se veía venir podría incorporarse fácilmente al próximo videojuego.
Si no has visto ‘Resident Evil: Vendetta’ no pasa nada porque coges rápido la historia que ha producido el mismísimo Hiroyuki Kobayashi y dirigido Eiichiro Hasumi quien ha elaborado el guión con Shogo Muto. Es una historia de viaje por el mundo, investigación y sobre todo acción en el que la trama no es compleja pero se encaja bien en las aventuras de Leon, Claire y los demás personajes relacionados con la guerra de Penamstan. Si eres muy seguidor de la saga te va a gustar, sobre todo porque podría considerarse canon.
La trama tiene conspiraciones gubernamentales, investigaciones en China, un brote virulento, chips en armas biológicas… esto parece que lo ha escrito alguien de QAnon. Tal es así que llegamos a ver los cuadros de Washington salpicados de sangre. Me ha gustado este episodio que nos enlaza varios juegos y con lo que me quedo es con las ratas del submarino, aunque no me gustaría encontrármelas en mi próxima incursión zombie.