Crítica: ‘Los osos no existen’

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Sinopsis

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Dos historias de amor paralelas en las que las parejas se ven frustradas por obstáculos ocultos e inevitables, la fuerza de la superstición y la mecánica del poder.

Crítica

Desde al metaficción Panahi se enfrenta osadamente a la realidad de su país

Se podría decir que Jafar Panahi es o bien un temerario o bien un audaz director. En semiclandestinidad ha rodado ‘Los osos no existen’ pues la actualidad en Irán no hace fácil contar su historia. No por lo menos es difícil hacerlo con total libertad y muestra de ello es que al poco de terminarla Panahi fue condenado a seis años de cárcel. No es fácil ejercer tu arte en un país que te censura, sobre todo cuando realizas cine social y protesta. El director ha sido condenado también a estar veinte años sin rodar películas, dudo mucho que dicha sentencia pueda aplacar el carácter subversivo de este artista alentado con reconocimientos como el recibido al ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia 2022.

Es tremendo que en pleno siglo XXI haya personas condenadas por hacer su arte y expresar lo que piensan, tomemos nota pues esto pasa hasta en España y la gente está como si nada asumiendo la mordaza que nos pusieron en 2015. Curiosamente el mismo día que veo esta película salta la noticia: el director Mohammad Rasoulof, recientemente liberado de prisión por criticar en redes a su país, tiene prohibido salir de Irán para acudir como jurado al Festival de Cannes. Pero eso no preocupa o conmueve a el grueso de la ciudadanía de occidente. Películas como esta han de seguir viajando por el mundo para hacernos ver que el homo digitalis se está deshumanizando al dejar que las máquinas piensen por él. Se supone que con las redes somos una aldea global con la que accedemos a lo que pasa en otros países, pero los algoritmos hacen que nos pongamos una especie de anteojeras para burros y no veamos más allá de lo que cotidianamente nos interesa. ‘Los osos no existen’ nos muestra una vez más que hay historias diferentes e igual de valiosas a lo largo del globo terráqueo.

Jafar Panahi muestra con este filme las dificultades que encuentra en su país. Obstáculos para rodar, para ser artista e incluso para amar. El cineasta se interpreta a sí mismo y con ello genera una especie de metaficción en la que se enfrenta a anticuadas creencias populares y a los recelos de los poderosos. ‘Los osos no existen’ sigue de manera simultánea y paralela dos historias. Por un lado al director que se encuentra en un remoto y fronterizo pueblo intentando rodar a distancia una película pero su comportamiento, más osado y moderno que el de los lugareños, le causa enfrentamientos con los líderes regionales. Y por otro lado el romance de sus protagonistas, que redundando con la situación de Panahi, intentan huir del país. El filme se alza así como un alegato hacia todo lo que se ama y el miedo a ser atrapado por los supuestos osos que vigilan porque ni ames ni escapes.

Curioso es ver todo el folclore iraní y curioso, además de atrevido, es ver como de manera autorreferencial Panahi cuenta su historia. ‘Los osos no existen’ se postula más compleja que acuciante. Sus escenas no retratan con extrema gravedad la problemática de la república islámica pero son suficientemente mordaces como para dejar entrever un clamor por más cambio, por más actualizaciones.

Ficha de la película

Estreno en España: 26 de mayo 2 de junio de 2023. Título original: Khers Nist (No Bears). Duración: 107 min. País: Irán. Dirección: Jafar Panahi. Guion: Jafar Panahi. Fotografía: Amin Jaferi. Reparto principal: Jafar Panahi, Naser Hashemi, Vahid Mobaseri, Bakhtiar Panjei, Mina Kavani, Narjes Delaram, Reza Heydari. Producción: JP Production. Distribución: La Aventura. Género: drama. Web oficial: https://laaventuracine.com/proximamente/

Crítica: ‘La unidad Kabul’

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Una subida de nivel la mar de emocionante y emotiva

La anterior temporada de ‘La unidad’ aumentó su tensión ya que tocaba el plano personal de los protagonistas e incluía a un villano magníficamente interpretado por Kaabil Sekali. Parecía que la serie había tocado techo pero en esta nueva tanda de episodios, el guión, el nivel de producción, la emoción de sus escenas de acción y la emotividad de sus argumentos han hecho que haya sido un subidón totalmente bien recibido.

El próximo 18 de mayo Movistar Plus+ estrena la tercera temporada de ‘La unidad’. Un nuevo arco argumental que, por supuesto hereda a sus personajes anteriores, con sus virtudes y cicatrices. Pero esta vez la acción transcurre en Oriente Medio. Todo sucede días antes de la salida (o huida) de los Estados Unidos, la OTAN y las embajadas de sus instalaciones de Afganistán el 30 de agosto de 2021. Sin paños calientes hay que decir que la historia transcurre durante el abandono internacional del país. Fue hace menos de dos años cuando se produjo la reconquista talibán y concluyó la mal llamada operación libertad duradera. Habría que ver cuál es el concepto de “duradera” para los norteamericanos pues solo ha habido un periodo de “libertad” de veinte años.

La serie se enmarca en los días previos a los despegues masivos, con la sombra de los talibanes cerniéndose de nuevo sobre el suelo afgano. El equipo liderado por Miriam (Marian Álvarez) está trabajando en cortar el tráfico de armas y de células a España cuando estalla el caos. Mientras, Carla (Nathalie Poza), se ha desplazado al sector privado. Una casualidad hace que sus caminos se vuelvan a cruzar, pero ambas deberán mover cielo y tierra para volver a encontrarse.

La temporada arranca con imágenes de archivo de aquella operación de retirada, un desastre que será recordado junto a otras espantadas del bloque occidental tipo Dunkerque o La batalla del Lago Changjin. El guión de Alberto Marini hace mucho hincapié en recordarnos que esto es algo real, que sucedió hace poco. Y la serie tiene secuestros, asesinatos, separaciones… que hoy en día siguen sucediendo. Esta es la temporada más dramática y dura. Si algo nos ha demostrado ‘La unidad’ es que como en ‘Juego de Tronos’ no nos podemos encariñar con ninguno de los personajes y además le da a todas sus muertes una pátina de realidad que asusta.

Volamos a un Kabul recreado a partir de localizaciones ubicadas en Pakistán y Almería. ‘La unidad Kabul’ además de más compromiso social incrementa el número de localizaciones y la cantidad de aventura. A partir de una ilustración del terror y del autoritarismo retrógrado se desarrolla este episodio de los protagonistas. Como si la urgencia de ese problema acuciante les hubiese influido, esta tercera temporada empieza potente, con acción, directa al grano. Dani de la Torre ha aprovechado bien esta aparente mejora del nivel de producción para explotar muchos más efectos prácticos y digitales. Las escenas de tiroteos o de huidas son realmente emocionantes, bien podrían ser de un gameplay del ‘Call of duty’ o escenas de películas tipo ‘Black Hawk derribado’.

Se agradece muchísimo el formato de esta miniserie. El hecho de que sean solo seis episodios de menos de cuarenta minutos hace que se pase en un suspiro. Además las temporadas están siempre cerradas, sin final abierto, lo que garantiza que no tendremos ningún coitus interruptus si deciden cancelarlas o finalizarlas. ‘La unidad Kabul’ garantiza un entretenimiento nada esclavo y de calidad. Sobre todo lo valioso de esta obra de semificción dotada de momentos de acción es que tiene espacio para el drama, pero no el gratuito o lacrimógeno. En esta ocasión toca hablar de las mujeres desplazadas de puestos sociales relevantes o de empleos que les había costado mucho conseguir, inimaginables para ellas durante el siglo XX. La sensación que nos queda es que les hemos abandonado, porque Afganistán, al igual que sucede con otros países inmersos en injustos conflictos bélicos, no tiene ya interés para los aliados de occidente. Por lo menos yo no veo en nuestros balcones o programas televisivos banderas afganas y sí de otras naciones.

Crítica de ‘La unidad’ T2

Más tensión y un villano que da miedo

Casi dos años después de su estreno tenemos de nuevo en Movistar Plus+ ‘La unidad’ T2. La segunda etapa de la serie de Dani de la Torre y Alberto Marini será lanzada el 18 de marzo. Ambos, director y guionista, vuelven a encargarse de la concepción y grabación de la historia. Con ellos ‘La unidad’ nos vuelve a contar el trabajo de unos agentes que velan por nuestra seguridad, cuya especialidad es el terrorismo, pero en esta segunda parte deberán cuidar más que nunca de su propia integridad.

En mi opinión creo que como serie policíaca española quizá quedó injustamente tapada por el éxito de ‘Antidisturbios’ (serie que recordaréis esta segunda temporada por una escena rodada también en una clásica corrala madrileña). Podréis leer aquí mi crítica de la primera temporada pero en resumen lo que me cautivó es que atrapa con su trama y con la manera en cómo nos llevaba por diferentes localizaciones. Y consiguió eso por su manera de rodar (De la Torre) y por los miedos que abarca y los giros con los que nos sorprende (Marini). En esta segunda temporada se mantiene el ritmo y la intensidad de sus argumentos, pero si es cierto que se ve venir por donde va a tirar, aunque nos da más de un susto.

Los protagonistas vuelven a ser los mismos. Agentes interpretados por Nathalie Poza, Michel Noher, Marián Álvarez, Luis Zahera, Raúl Fernández, Carlos Blanco, Fele Martínez… y alguna incorporación nueva como la de Aroa Rodríguez. Ellos están la mar de correctos sobre todo cuando la serie nos hace ver procedimientos que pueden formar parte de la rutina de la policía. Pero he mentido, los protagonistas son los mismos en el bando de los buenos, pero por parte de los villanos tenemos muchas novedades y ahí está el principal atractivo de ‘La unidad’ T2. La principal amenaza para la unidad viene por parte de un padre doliente interpretado por Kaabil Sekali. Ese nuevo enemigo da miedo por el hecho de que juega a dos e incluso tres bandas a la vez, pero también porque la actuación del actor benaventano es intachable. De lo afable pasa a lo amenazador de un modo que quita el hipo.

‘La unidad’ T2 está dedicada a la memoria del actor Florin Opritescu y del policía de la CGI Miguel Cerviño (oficial de enlace de terrorismo en la oficina española ante EUROPOL en La Haya). Y al igual que la anterior temporada sirve como tributo a todos esos agentes o funcionarios que velan por el fin del terrorismo. Personas que están emplazadas en multitud de ubicaciones. Es por eso que de nuevo la serie de Movistar Plus+ nos lleva por Madrid, Marruecos, Granada, Canarias, un portaviones en el Golfo de Guinea, Jordania, una plataforma petrolera… Puede que no haya sido rodada exactamente en esos sitios, pero el hecho de viajar ficticiamente por esos escenarios ayuda a mantener un buen ritmo y a ofrecer cuán magnitud tiene la investigación y actuación contra las amenazas violentas o los fanatismos.

De nuevo la temporada se compone de 6 episodios y las únicas pegas que les encuentro es la falta de riesgo, el atreverse a ser más impactantes con sus giros. Sorpresas que además se ven venir pues el guión ha caído en los típicos romances o en eventos que nos están anunciando casi a gritos. Por ejemplo, el giro del quinto episodio está sacado de la manga y la revelación del principio del sexto resulta bastante obvia. Eso sí, el final… tremendo. Esperemos que no pase nunca algo así.

Otro aliciente para esta temporada dos es el conocer un poco más a los protagonistas. Al ser el objetivo directo de los terroristas los guionistas se han visto en la casi obligada tarea de extender más los detalles de la vida privada de estos policías. De ahí que haya más suspense y emoción que en la temporada uno. Y aunque da la sensación de que los protagonistas se exponen en exceso para la situación que viven (si pensamos en lo estrictamente procedimental) sí que hay detalles que denotan un discurso o una intencionalidad. Y en mi opinión no es otra que la de sacar a relucir los prejuicios, los cuales, en este caso sacan a relucir también a la paranoia o por lo menos contribuyen a acrecentarla.

La serie acaba con unos momentos de tensión bastante bien gestionados y como siempre cerrando la trama. Si Movistar renueva por otra temporada estupendo, compro, pero si se cancela la serie tendremos la historia finiquitada.

Hemos visto ‘Cómo se convirtieron en tiranos’

¿Quieres convertirte en tirano? Este es tu manual

Es sabido que todas las dictaduras o los regímenes militares disgustan a alguien o cometen actos inhumanos y por lo tanto sus líderes se ganan el título de “tiranos”. Netflix, que amplía día a día su catálogo y las temáticas que toca, ha estrenado un documental bajo el título ‘Cómo se convirtieron en tiranos’. Una serie original que ya puede verse y que consta de seis episodios de 30 minutos cada uno.

En 180 minutos desgrana los distintos caminos que los tiranos de nuestra historia moderna han seguido para conseguir gran cantidad de poder y a la vez convertirse en personas infames y perpetrar actos deleznables. Personas colmadas de amor propio, que han tenido sus ejemplos en el pasado y que el documental analiza para satíricamente servir de ejemplo para quienes quieran ser un tirano en el futuro. Además es alentadora para aquellos que tengan tan magno sueño pues nos dejan claro que la mayoría partieron de ser unos parias a adorados casi como dioses o mesías en vida. La serie mantiene su toque de humor pero no pierde de vista el hecho de estar hablando de narcisistas capaces de condenar a cualquiera que piense de un modo distinto al suyo, aunque fuesen de su círculo interno.

‘Cómo se convirtieron en tiranos’ centra cada episodio en un tirano de nuestra era pero sin olvidar relacionar sus pautas en común. Se habla de Hitler, Stalin, Saddam Hussein, Idi Amin, Gaddafi y Kim Il Sung. Para hablar de todas estas figuras históricas se utiliza la inmensa cantidad de material audiovisual existente, incluyendo el caso de Corea del Norte. No obstante, hay hechos importantes, que han llegado a nosotros a través de testimonios o relatos por escrito y para ilustrarlas se han realizado recreaciones animadas.

Antes he apuntado que se usa el sarcasmo y es que todo el documental va acompañado por una voz en off que aparte de ser didáctica emplea un punto de humor negro. Algo muy común en los papeles que ha interpretado el actor que pone su voz a esta historia, Peter Dinklage, quién sabe bien lo que es tomarse a guasa a un gobierno manejado con puño de hierro tras todas las temporadas de ‘Juego de Tronos’. Una voz ideal para una serie documental que se llama ‘Cómo se convirtieron en tiranos’, esta es toda una canción de hielo y fuego.

‘Cómo se convirtieron en tiranos’ no viene a desvelar nada que aquellos que hayamos prestado en atención en la asignatura de historia no supiésemos. Pero si sirve de buen análisis, de retrato de esos patriotas cegados por sus propias convicciones que gobernaron a su pueblo y que además llegaron hasta ahí de chiripa o tras salvarse milagrosamente de accidentes, atentados o enfermedades… Todos hemos pasado por momentos difíciles o incluso hemos vuelto a nacer varias veces. Lo que nos dice la serie documental es… ¡vamos, tú también puedes llegar a ser dictador!

En el espacio del que dispone esta producción no se puede abarcar la tiranía con alto gradeo de detalle y tampoco enumerar la totalidad que ha vivido la historia humana. Por eso se centran en los caciques modernos y no se analiza por ejemplo a Franco o Pinochet, por citar algunos ejemplos familiares para los hispanohablantes. Lo importante de esta serie es que se enumeran factores comunes en todas las dictaduras convirtiéndose en un manual de esos que hay que seguir con libreta en mano. Nos sugiere las siguientes instrucciones: manipula al pueblo usando sus frustraciones, cree en ti mismo, créate una imagen de hombre llano y genera una para tu movimiento de manera que parezcas un publicista, rodéate de fieles eficientes, ataca solo cuando te sientas oportunista, argumenta tus ideas con fusil de caza, crea tu propia policía, haz ruido a nivel mundial, familiarízate con la cleptocracia usa el terror y el odio como herramientas, haz creer tu versión de la historia, corrompe los dogmas de la ciencia o religión, lava el cerebro a los jóvenes, convierte todo en un negocio familiar y… si puede ser cultiva la cultura del bigote.

Esta miniserie desvela todos los trucos del almendruco que han hecho a muchos los amos y señores de países enteros durante décadas. Espero que Vox no lea esto que ya tienen varias condiciones de estas tachadas de la lista.

Crítica de ‘La unidad’

‘La unidad’ no está falta ni de medios ni de miedos

Hoy tengo el placer de hablaros de ‘La unidad’. El próximo 15 de mayo Movistar+ estrenará otra de sus series originales (realizada junto a Vaca Films), de esas en las que está demostrando la gran salud de las series en España, como hizo hace poco con ‘La línea invisible’ hablándonos de los momentos en los que ETA comenzó a asesinar. Y vuelve a la carga con el tema del terrorismo solo que esta vez es el yihadista el que centra toda la atención.

Es un placer hablar de esta serie porque me ha gustado de cabo a rabo. La he seguido con mucho interés gracias a su ritmo, su buen tratamiento de la historia y sus múltiples localizaciones. Os recomiendo esta serie de Dani de la Torre que retorna a la actualidad con otra historia policíaca tras ‘La sombra de la ley’. Y lo hace además junto a Alberto Marini (‘Summer Camp’, ‘Feedback’), quien suele engancharme con sus giros de guión, nunca le faltan.

‘La unidad’ no está falta ni de medios ni de miedos. Maneja muy bien el temor al terrorismo y a facciones como el Daesh que en su momento debió ser mayor al que se tenía. Todo desde una ficción que muestra nexos con la realidad histórica de España y que tiene como precedente lo sucedido en el 11M. Pisando con pies de plomo pero sin recelos a la hora de tocar ciertos temas. Y también sin complejos a la hora de tener comparaciones con producciones de cualquier rincón del mundo. Aborda correcta y valientemente muchos aspectos que en producciones muy potentes no se atreven y su calidad es innegable.

Podréis ver algunas cosas en común con ‘The unit’, la serie de David Mamet. Seguimos a los protagonistas que tienen que coordinarse de manera simultánea en diferentes partes del mundo y sus parejas a penas pueden saber a qué se dedican.  Son personas secuestradas por su trabajo e implicadas de un modo muy cercano. Suena a secta eso de ‘La unidad’. Pero no va por ahí el título. Hace referencia al grupo de agentes que se encarga de intentar anticiparse a los pasos de los terroristas mientras lidia con sus problemas personales. En esa lucha sí que se encuentran cosas de secta tales como lavados de cerebro o radicalismos, lo cual se aborda también desde una perspectiva completa.

Obviamente ‘La unidad’ trata acerca de muchos personajes, un equipo no lo forma un solo individuo. Pero es cierto afirmar que su principal protagonista es Nathalie Poza, quien ejerce de madre de todos los policías que integran este cuerpo especial y de una niña que le echa de menos, al igual que añora a su padre. Poza hizo un papelón en ’70 binladens’, donde compartía reparto con Emma Suárez. Ahora ambas comparten el haber hecho de jefas en una comisaría pues Emma Suárez hizo lo mismo en ‘Criminal’. En mi opinión y para mi gusto el trabajo de Poza ha sido mucho más creíble y natural. Todos los actores se han esforzado en representar el papel de alguien profesional y analítico. Compro con gusto el rol de Marian Álvarez como Miriam «pepinillo», me gusta verla fuera de un papel en la que no sea una cascada de lágrimas y además haga de una policía de las que da dolores de cabeza. Se nota la colaboración con policías reales y se percibe una extensa preparación en el texto de estos personajes y de otros. Sobre todo en lo procedimental, se ve considerablemente en las palabras de Luis Zahera, a veces trabalenguas llenos de formulismos.

Las secuencias se componen muchas veces de planos que parecen captados por un espía, siempre grabando como a escondidas. Y esas secuencias a veces muestran momentos escalofriantes y otros sumamente tensos. Instantes que revelan que esta serie habla de lo que ha pasado y también de lo que podría pasar. Es una persecución llena de emoción y estrategia en la que no hay faceta que se quede sin explorar, uno de esos casos en los que viene como anillo al dedo el dicho «el que la sigue la consigue».

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