Crítica: ’30 monedas’ T2

En qué plataforma ver 30 monedas

Un glorioso viaje de dimensiones infernales

Tras ver al completo la segunda temporada de ‘30 monedas’, al margen de poder corroborar que esto queda para la ya anunciada tercera parte, podemos decir que ha sido un glorioso viaje de dimensiones infernales. Con épica, con comedia, con todo tipo de detalles macabros y por supuesto fantásticos.

Ya no estamos encerrados en el pueblo segoviano de Pedraza. El final de la primera temporada acababa con caos y así ha arrancado este segundo periplo de la serie de Álex de la Iglesia. El enredo ha desperdigado a los protagonistas de esta historia por todo el mundo y por su inframundo, el infierno. Ha sido un viaje tan divertido que podemos afirmar de nuevo que pagaríamos más de treinta monedas por repetirlo, de la divisa que sea.

Que a Álex de la Iglesia y a Jorge Gerrikaetxebarria les gustan las historias satánicas, los juegos de rol y las escaladas de violencia o locura es algo que ya sabíamos. Pero en ‘30 monedas’ se junta absolutamente todo eso, lo cual, sumado a que estamos ante una producción de HBO Max eleva el nivel, aunque hay muchos detalles de imágenes generadas por ordenador que son francamente mejorables. Si la primera temporada nos pareció un espectáculo rural, imaginativo y desatado, como si Berlanga fuese fan del fantástico más diabólico, en esta disfrutamos como un gamer con consola nueva. ¡Tenemos nueva partida!

La primera temporada de ’30 monedas’ se asimiló mucho a una partida de rol inspirada en las obras de Lovecraft o al ‘Dark Souls’, por mucho que De la Iglesia se haya hartado a decir que no lo ha jugado. Ahora en el plano estético están presentes Hellraiser (y Hellblazer) por motivos que tocaré después, pero adelanto que el mayor deleite es ver recreadas las extrañas figuras que El Bosco introducía en cuadros tan impresionantes como El Jardín de las Delicias. En lo que se refiere a la trama la serie sigue con ese toque coral que por momentos se asemeja a un episodio españolizado de ‘Supernatural’, a ‘La búsqueda’, ‘El Código Da Vinci’ e incluso a varias entregas de ‘Indiana Jones’. Y por supuesto entre tanta referencia a la cultura pop también hay espacio para hacer una especie de burla hacia la cienciología, los Iluminati y similares. En resumen, es una mezcla de la hostia consagrada. Yo por lo menos quiero que me digan dónde comprar ese manual de Apocalipsis para Dummies que no atina a ver el personaje de Pepón Nieto.

Videoclip de heavy metal es una similitud que también se acopla bien a esta segunda temporada. Como decía al principio y como se veía en el tráiler nos llevan al infierno y estas escenas, que no son pocas, se llevan la palma. Se percibe una influencia de la arquitectura italiana del renacimiento mezclada con criaturas como sacadas de los cómics de ‘El Batman que ríe’ (algunos encarnados por Javier Botet). El diseño de criaturas, no anda corta en monstruos, y del infierno cuyos pasajes tienen un marcado estilo neoclásico ya que se ha rodado en el Palacio de Fernán Núñez, es acertadísimo. Muchas son las representaciones que el arte ha hecho del infierno, desde literales hasta metafóricas. Álex de la Iglesia da la suya y se manifiesta como un lugar por el que se puede transitar, elegante pero a la vez macabro. Es tanta la parafernalia que se ha dispuesto que a uno le gustaría conocer la función de cada sala y cada demonio, de hecho, nos obsequian con más detalles de los esperados. Es una locura de divertido ver eso y a los dos curas (Eduard Fernández y Manolo Solo) maquillándose a lo villano de ‘The Strain’.

Hablando del infierno, ha surgido un tercer bando entre cielo e infierno, como ya se hizo por ejemplo en los cómics de Spawn, pero ese es el tipo de nuevos ingredientes que vais a ir descubriendo. Gracias a esto continúa el suspense macabro de esta serie que juguetea muy acertadamente con toda la parafernalia religiosa, mística y misteriosa. Es una carrera por objetos de poder, de esos que tanto se han tocado en Cuarto Milenio o en tropecientas películas yankees. Por supuesto hay terror y acción, no solo intrigas paranormales y sectarias. Es un gustazo ver al padre Vergara (Eduard Fernández) repartir hostias, de las de a puño cerrado en medio del averno. Pero no es el único que hace derramar la sangre pues el conteo de muertes crece capítulo a capítulo, quizá es otra aportación de HBO (por eso de ‘Juego de Tronos’). Los fatalities de esta temporada son brutales.

Al contrario de lo que sucede con algunas series que simplemente quieren ofrecer un show fantástico se percibe que hay un desarrollo de personajes. Está interesantísimo el juego que le han sacado a los protagonistas y las motivaciones que les han escrito. Ya ni que decir tiene la manera que han encontrado para juntarles. Ha habido una escisión y el que no está encerrado está oculto o está del lado del mal. A ellos se incorporan fichajes de excepción como Paul Giamatti o Najwa Nimri como una influencer que visita la zona cero de la anterior temporada. Álex de la Iglesia sube un nuevo escalón en su imaginario con estos fichajes que además demuestran de nuevo que se mantiene actualizado. Aquellos que se quejan siempre de como desmadra este director que ni le den al play porque esta serie es un follón continuo. El 23 de octubre podréis comprobar como la expresión “noche toledana” adquiere un carácter fantástico.

Crítica de ‘El Pentavirato’

Mike Myers vuelve con su humor intacto, literalmente con el beneplácito de Netflix

Tras mucho tiempo poniendo voz a Shrek o haciendo breves apariciones como la de ‘Bohemian Rhapsody’ Mike Myers regresa a nuestras pantallas. Y este regreso se produce de un modo muy fiel a su estilo. Mientras prepara la cuarta entrega de ‘Austin Powers’ nos da un pequeño regalo con ‘El Pentavirato’. Una escueta comedia en forma de miniserie de seis episodios que ya se puede ver en Netflix.

En la línea de la serie animada, ‘Inside job’, que en España se ha llamado ‘Ultrasecretos’, nos cuenta las peripecias de una organización secreta que decide desde la sombra el destino del mundo. Un tinglado dirigido por cinco líderes de distinto origen, custodiados por una burla de la Guardia Suiza del Papa y cuyo saludo es el mismo gesto que hace el Gran Wyoming cuando menciona el nombre de ZP. Los puestos de liderazgo se han ido rotando entre diferentes personajes históricos desde la época de la peste y ahora los ostentan unos peculiares individuos. ‘El Pentavirato’ es la serie perfecta para los fans de ‘Austin Powers’ y para aquellos que se burlan de la inmensa cantidad de negacionistas y conspiranoicos que están saliendo a la luz en estos dos últimos años. El humor del autor de ‘Wayne’s World’ está intacto y lo usa para burlarse de temas como el Bigfoot, los masones, los reptilianos, la fluoración del agua… Y lo hace, literalmente, con el beneplácito de Netfix, atreveos a verla y veréis a qué me refiero.

Siguiendo su tradición, que es la misma que la de Eddie Murphy, Myers interpreta a varios personajes tras capas de maquillaje. Entre ellos a varios de los líderes del Pentavirato. Pero también a un anticuado y bonachón periodista canadiense (de la cadena CACA News, nombre original) que busca relanzar su carrera desenmascarando a la sociedad secreta. En esa empresa se topa con villanos o ricachones que residen en bases secretas, con muchos esbirros, con pintorescos y soeces personajes… Y lo hace riéndose más que nunca de su país, de lo fama de buenos que tienen los habitantes de Canadá, como en ‘South Park’. Por supuesto hay infinidad de chistes con palabrotas y juegos fáciles de palabras. La escena del billar es una de las suyas, tan memorable como las del cohete de ‘Austin Powers’.

Pero ‘El Pentavirato’ no es solo Mike Myers, aunque interpreta a unos ocho personajes. Tengo la impresión de que si fuese por él interpretaría a todo el reparto, pero eso sería costoso y fatigoso. Como siempre atrae a otros comediantes a su terreno. En esta ocasión se prestan a las alocadas aventuras del actor canadiense Keegan-Michael Key, Jeremy Irons, Ken Jeong, Lydia West, Rob Lowe, Maria Menounos… ‘El Pentavirato’ se hace muy divertida con todas esas apariciones, pero estoy seguro de que habría ganado muchísimo si en España hubiese contado con el doblaje de Florentino Fernández. También se hace algo “emotiva” cuando descubrimos que Myers hace un homenaje a los periodistas locales, en concreto a Glen Cochrane un querido periodista que narraba los sucesos de Toronto.

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