Crítica de ‘We are who we are’

Un esbozo de identidades en un hogar extranjero

Luca Guadagnino vuelve a rodar en Italia y vuelve a inmiscuirse en asuntos de adolescentes. El autor de ‘Call me by your name’ y del remake ‘Suspiria’ ha realizado ‘We are who we are’, una serie producida conjuntamente entre HBO y Sky y que se publicará el próximo 15 de septiembre en HBO España.

El director italiano se estrena con ‘We are who we are’ en el mundo televisivo. En esta serie de ocho episodios aplica su característico, contemplador y pausado estilo narrativo. A mi modo de verlo está claro que cuando cuenta una historia Guadagnino busca ser poético y además directo, incluyendo siempre el tema de la sexualidad además. Si no eres capaz de llevar esta manera de contar historias ‘We are who we are’ se te puede hacer larga e incluso puedes pensar que toda la serie se podría haber condensado en un largo. En estos cotidianos episodios seguimos los pasos de dos adolescentes. Pero su cotidianidad es diferente a la de otros chicos corrientes ya que ambos están obligados a vivir, con mejor o peor aceptación, en una base militar ubicada en Italia.

Son dos adolescentes diferentes entre ellos pero en ambos casos la serie se ha concebido como un retrato o búsqueda de identidad además de todo un Carpe Diem. Es un diario cercano, sin necesidad de hacer un found footage, que recrea bien las inquietudes, salvajadas y preocupaciones de personas muy jóvenes. Turnando los capítulos entre uno y otro personaje narra una historia que puede ser global pero tampoco es un retrato generacional, si no particular de una etapa en concreto por la que todos pasamos. Incluso algún episodio, en especial el cuarto, podría considerarse más un vídeo casero que una serie ficcionada.

Son jóvenes e intentan poner banda sonora a su vida, ese detalle está muy bien incorporado a la serie. Exploran su entorno y la vez se exploran a sí mismos. Al mismo tiempo transgreden las normas en un lugar donde todo el mundo parece cuadriculado y donde puedes tener la impresión de estar 24h y 365 días vigilado. Con esto también se habla de los padres modernos que tienen ambos. Y no lo digo porque uno de ellos tenga dos madres sino porque su manera de educar difiere mucho de la tradicional, en ambos casos con distintas vertientes.

Una de las productoras de la serie se llama Wildside y su nombre es más que apropiado para definir al personaje de, Jack Dylan Grazer. Es una persona complicada, asalvajada, disconforme y que hace siempre lo que quiere. Grazer interpreta bien este papel y me alegra poder decirlo. Me había gustado mucho este actor en películas como ‘IT’ y ‘¡Shazam!’ y veo esta serie como una prueba de madurez a la que antes o después tiene que llegar como actor. Aquí obviamente tiene que ejecutar un registro diferente hasta el que ahora le había visto y cada vez descubres que tiene más complejidad.

La otra guía en este camino de exploración es la debutante Jordan Kristine Seamón. Creo que Guadagnino podría haber sacado más partido a los rasgos tan peculiares que tiene esta actriz pero igualmente queda claro su carisma y proyección. Su personaje vive añorando pasar tiempo con su padre pero también vemos como sufre algunos factores sociales que la rodean y algunas novedades que se incorporan a su vida por ser mujer. Sobre todo su historia se debate entre el amor por uno u otro y en la presión que su hermano ejerce sobre ella.

También tenemos en el reparto otras buenas actuaciones, como la de Francesca Scorsese, Chloë Sevigny o Alice Braga. Su inclusión también habla de esa diversidad que caracteriza siempre la obra de Guadagnino.

El título por otro lado puede hacer alusión al método militar de vida que es capaz de hacer suyo un pedazo de otro país. Y como trasunto está el retrato de una parte de la sociedad norteamericana. Aunque estamos en Italia vemos por todas partes la bandera de EE.UU., la palabra “América”, las franquicias de comida… Comercialmente Estados Unidos ha demostrado quién es y este tipo de invasión mercantil es parte de su identidad. Son quienes son y el colonialismo nunca ha desaparecido.

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