Vendía un coche ecológica y económicamente revolucionario, vendía humo
Emocionante. Así se podría describir la vida de Jerry Dean Michael o más bien conocido como Elizabeth Carmichael. Liz Carmichael era un transexual que fundó la 20th Century Motor Car Corporation. Una compañía que promovía el uso de un coche sujetado por solo tres ruedas. Con un diseño futurista para los años setenta, época de gran crisis de petróleo, Liz aseguraba tener una solución ecológica y además muy segura o robusta.
Lo cierto es que suena bastante prometedor, pero si hoy en día no vemos esos coches en las calles es por varias razones. Las primeras te las da ‘The lady and the Dale’ en el primer episodio de cuatro que estarán en HBO España desde el 1 de febrero. Antes de convertirse en mujer esta empresaria estaba buscada por la ley y llevaba a su familia a cuestas de una ciudad a otra (algo que nunca dejó de hacer, hasta el punto de recorrer el país de una costa a la otra). Su personalidad le hizo pasar por multitud de “trabajos” que embaucaban y engañaban a la gente. Básicamente todo en su vida era vender humo. A pesar de ello vemos como se atestigua que al menos era una entregada madre.
Aunque en ‘The lady and the Dale’ se dan más razones que un cambio de personalidad todo apunta a que Elizabeth Carmichael modificó su aspecto casi únicamente para pasar desapercibida y eludir a la justicia (cosa que parece que fue su principal ocupación). Dada su condición de transexual o de mujer sufrió el sesgo, la discriminación y las críticas de algo más que el sector del automóvil. Y aunque el documental dedica casi la mitad de su material a santificar a una persona que independientemente de su sexualidad o apariencia era bastante poco de fiar, convence poco y cuesta tener a Carmichael como referente para un movimiento en plena lucha por sus derechos.
Pocos visos de verdad en su pasado y muy pocos también en el diseño del coche que ni siquiera llevo a cabo ella. Era una comercial con dotes innegablemente buenas para la convicción. Esta serie creada por Mark y JayDuplass (‘Room 104’) no tiene muchas filigranas cinematográficas. Se centra en contar la historia de un modo bien estructurado con el material del que disponen (acabas un poco harto de ver una y otra vez la misma foto de familia) más el que han generado con entrevistas. Todo aquello que no está documentado en vídeo lo recrean con animaciones tipo Terry Gilliam, en plan papeles recortados en movimiento.
A modo de marinero pasando de puerto en puerto, cuando era Jerry, Liz Carmichael dejó hijos y novias en varios lugares antes de hacer vida familiar. Finalmente quien le capturó fue la justicia y de ese modo sumó un capítulo más a su truculenta vida. Lo relevante de su figura es cómo consiguió posicionarse en la industria del automóvil y de qué manera cuestionó a su sociedad.
Para Winden el tiempo es dios y sus historias son un sindiós
Netflix estrena la temporada 3 de ‘Dark’ justo el día que su ficción pronostica el fin del mundo, el 27 de junio. Ya hemos visto que para los habitantes de Winden el tiempo determina su destino y ejerce de dios inamovible. La serie tiene tantas idas y venidas, con la introducción ahora además de nuevos mundos y personajes, que la convierten en un sindiós, en un caos. Pero está magníficamente ordenada y no peca de tener agujeros de guión. La serie empezó y ha concluido de un modo magistral.
La temporada 3 de ‘Dark’ explica rápido lo que vimos en la conclusión de la temporada anterior y nos ubica también casi de manera inmediata a los personajes. De este modo la serie de Baran bo Odar (que hace un cameo en una fotografía) se mete en faena, nos introduce nuevos elementos misteriosos y se encamina a su resolución. Y el final satisface, queda explicado y reducido a algo sencillo. Tiene además un cierre definitivo para los personajes, que emplea recursos ya vistos antes e incluso a veces algo vagos, pero que cuadran a la perfección. ‘Dark’ ha conservado hasta el final su tenebrosidad, sus embrollos y su buena manera de tratar los personajes.
En esta nueva etapa quienes vuelven a tener toda la atención del espectador son Jonas, Martha y Claudia. De nuevo la pérdida, el dolor, el amor o la curiosidad serán los motores de los protagonistas. Si esta serie se pudo comparar por su carácter fantástico, formato coral y tremenda complejidad con ‘Lost’ se puede decir que está mucho mejor planificada y no se deja ningún detalle por cerrar. Para poder dar explicación a todas las relaciones, situaciones y eventos de la serie se ha tirado de algunos personajes dedicados a rellenar los huecos pendientes e incluso esta temporada introduce un deus ex machina ya que se basa bastante en un elemento que ha aparecido de repente. Pero la labor de logística a la hora de que todo el guión y lo antes estrenado cuadre sin fisura alguna es titánica. Ha sido como ese episodio de ‘Futurama’ en el que Fry se convierte en su propio abuelo, pero de un modo multiplicado por diez.
La contienda mísico-cientícia contra Sic Mundus ha llegado a su clímax final rodeada además de bastante religiosidad. Detalles como la medalla de San Cristobal, los ciclos de 33 años, el origen con Adán, el sacerdote interpretado por Noah… son importantes. Uno no puede desconcentrarse y perder la conexión de todos esos pormenores, sobre todo teniendo en cuenta que esta es una trama llena de mentiras y paradojas. Pero al final todo es bastante más académico que espiritual, tiene una explicación lógica y fundamentada.
Al final nos hemos quedado sin saber qué paso con trivialidades como el ojo de Wöller, porqué Ulrich siempre es infiel o a qué se debe la imposibilidad de hablar de algunos personajes. Al fin y al cabo, esa repetitividad que parecía ser un McGuffin nos habla del famoso error en la matriz (haciendo un guiño a los déjà vu de ‘Matrix’) y de su teoría de la predestinación. Detalles que la serie se puede permitir dejar sin explicar ya que no son importantes, salvo por el hecho de que nos ubican en un universo u otro. Algo parecido a lo que se hacía con el aspecto de los personajes en ‘Fringe’ cuando saltábamos por todo ese multiverso de manera constante.
Lo importante es que se ha dado una explicación a la aparición de los viajes en el tiempo, al nuevo universo que se presentó en los últimos segundos de la temporada dos y a todos esos enlaces entre personajes que hemos ido descubriendo. La temporada 3 de ‘Dark’ explica muchas cosas. Vuelve a sus razonamientos metafísicos y científicos tirando incluso de cuántica y de propiedades de la teoría de cuerdas. Pero probablemente lo que más atraiga al espectador será ir rellenando esos huecos que quedaban pendientes en el árbol genealógico de Winden, sabiendo quienes son padres, madres o hermanos, y descubrir además algunas ramas nuevas que aparecen. Os recomiendo ir viendo la temporada 3 de ‘Dark’ teniendo a mano un gráfico de cómo se relacionan los personajes, se puede hacer un lío, sobre todo si no la tenéis fresca. Aunque los finales de episodio a pantalla partida conectando épocas ayudan bastante. Tened en cuenta eso y que habría que poner un altar a los responsables del casting porque las versiones jóvenes o ancianas de cada personaje están escogidas maravillosamente. A parte que otro buen punto de ‘Dark’ ha sido el introducir elementos reconocibles en cada protagonista, con una especie de obsesión por las cicatrices.
Ya se resolvió por qué desaparecían niños, quien era el demonio blanco o donde fue a parar Mikkel. Ahora se han corregido algunos detalles que no acababan de estar bien (como el nombre de la enfermera del psiquiátrico en el que acaba Ulrich). Quedaban cosas importantes por saber, tales como el camino que sigue Jonas para convertirse en Adam, que hacía el colgante de San Cristóbal en la orilla del lago cuando lo encuentra el protagonista, como acaba Charlotte con Tannhaus, quien escribe el libro con las indicaciones para Noah, por qué Martha se vio a sí misma en el bosque, quién es Silja, qué importancia tiene la historia de Hannah en el pasado… ¿Habrán quedado resueltas? Ya veréis eso y muchísimo más a partir del 27 de junio. Vais a oír mucho eso de “¿qué significa?” pero no os preocupéis que no os va a quedar ninguna duda y si la serie os enganchó en sus orígenes también os va a gustar en su ocaso.
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