El cyberpunk de ‘Altered Carbon’ hará que os enfundéis horas seguidas en vuestro sofá y manta.
Desde hoy mismo, 2 de febrero de 2018, podéis empezar a ver ‘Altered Carbon’ en Netflix pues acaba de ser lanzada esta serie de 10 episodios en la plataforma digital. Una nueva historia de ciencia ficción que nos narra la investigación que tiene que llevar a cabo el soldado Takeshi Kovacs (Joel Kinnaman) por encargo del ricachón Laurens Bancroft (James Purefoy). Lo más curioso es que Brancroft le pide a Kovacks que investigue su propio asesinato y que este acaba de ser despertado de su letargo de varios cientos de años. Todo esto es debido a que en este futuro, para algunos distópico para otros no, las personas llevan en su cuello una pila o disco que les permite pasar de un cuerpo a otro después de morir.
Podemos haber visto muchas series futuristas, pero lo que os vais a encontrar en ‘Altered Carbon’, sin querer decir que esta sea el culmen, no tiene parangón, por lo menos en el panorama de series actual. Para un seguidor de la ciencia ficción cumple todos los requisitos, hace malabares con los cánones más típicos pero a su vez no se ceba en los tópicos. Humanidad interplanetaria, mega-urbes infinitas oscuras y abarrotadas, inteligencias artificiales, coches voladores, debates y soliloquios existencialistas, gente con implantes y mejoras técnicas, personas cambiando de cuerpos para alargar su existencia… Es un despliegue muy intenso de elementos pero también hay que reconocer que en ocasiones carga al intentar pasarse de provocadora.
La cuestión es que está pensada para que sea una orgía cibernética. Todas las mejoras tecnológicas son plausibles y la mayoría se nos han pasado por la cabeza e incluso podrían haber formado parte de un episodio de ‘Black Mirror’. A parte de la pila que permite transferirse de un cuerpo a otro el imaginario de la serie nos ofrece teléfonos en el ojo, pagos mediante ADN, reestructuración facial a capricho, miembros electromecánicos…
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Desde su mismo opening, que ya nos muestra el símbolo del infinito como muestra de la inmortalidad, nos recuerda a clásicos como el ‘Deus ex’ o ‘Ghost in the Shell’. Y es qu e es inevitable encontrar paralelismos visuales cuando se toca una estética tan marcadamente cyberpunk. Un claro ejemplo es la modernizada ciudad de San Francisco (Bay City como se llama en este hipotético futuro) que os recordará en muchas ocasiones a Los Ángeles de ‘Blade Runner’. Se ven influencias y guiños inconfundibles. Incluso la trama tiene similitud con una de las historias de ‘Sin City’.
La acción es otro de los puntos que pretende explotar esta creación de Laeta Kalogridis (‘Shutter Island’). Es muy cruda, salvaje y contundente. Tanto sus peleas como sus tiroteos son muy sanguinolentos. Pero no solo eso, los protagonistas no tienen reparo en mancharse las manos de sangre, tanto figurada como literalmente. Las coreografías son mejorables pero están bastante trabajadas.
Joel Kinnaman con sus 1,89 metros de altura está mucho más imponente y creíble que en desastres como ‘Robocop’ y ‘Escuadrón Suicida’. Con este trabajo creo que si no se reivindica como poco se absuelve, al menos para mí que no le he visto en ‘House of Cards’. Tampoco esta manco su otro yo en el pasado, el cual está interpretado por Byron Mann (‘La gran apuesta’). Pero si hablamos de la lucha y de los personajes es inevitable hablar de Martha Higareda (‘Dueños de la calle’) me ha sorprendido gratamente por como se ha desenvuelto en las peleas y por como ha hecho suyo el personaje. Sorprendente ha sido también encontrarse con un Poe virtual interpretado por Chris Conner (‘American Crime Story’) ejemplar que sirve como muestra de que este género puede mezclar el humor y usar este tipo de recursos a su favor de una manera correcta.