Crítica: ‘Tierra de nuestras madres’

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Sinopsis

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Rosario es una señora mayor que vive a las afueras de un pueblo manchego con Ofelio, su hijo discapacitado, su borrico y su cabra. Rosario recoge la sal de higuera de su laguna y se gana la vida vendiéndosela a los viejos, que conocen sus usos milenarios… y a los no tan viejos, mezclándola con tranquilizantesde farmacia y más ingredientes. El

pueblo está arruinado por la ludopatía de sus habitantes y sus gobernantes, que deciden

venderlo. Los habitantes se someten a la venta forzada y a la expulsión, pero la casa y la laguna de Rosario están en medio del término municipal. Ella se opone a esta venta, y organiza, en la medida de sus posibilidades, la resistencia.

Crítica

Tan heredera de Cuerda y Berlanga como nosotros del ADN de nuestros progenitores

La primera película orquestada por la actriz Liz Lobato es ‘Tierra de nuestras madres’ y nos hace recordar de buenas a primeras a ‘La vida de Brian’. Por motivos evidentes al ver a Saturnino García ataviado de vestido negro fúnebre y mandil nos acordamos de Terry Jones. Al igual que la madre de Brian, la anciana que interpreta intenta salir adelante día a día manteniendo una austera casa y a un hijo que no se entera de qué va la vida. Y también al igual que aquella madre que se acostaba con romanos esta madre tiene que hacer sus trapicheos mientras demuestra su afecto con una aspereza e irritabilidad que es marca de La Mancha.

‘Tierra de nuestras madres’ nos cuenta cómo una vieja mustia y solitaria tira de tocomocho y sobornos para sobrevivir en una aldea dejada de la mano de Dios. La laguna de sal que heredó de su familia es la única fuente de ganancias que tiene, pero la usa muy a conveniencia. Rosario es una zalamera que vive de la manera más mundana posible a pesar de estar rodeada de historias disparatadas y peculiares pueblerinos.

Que el surrealismo está presente como bandera en esta película es manifiesto en cuanto descubrimos cómo está caracterizado el personaje protagonista pero aún más cuando descubrimos que la narradora de la historia es la cabra Emilia, un animal que se dice de vocación escritora y que antes de pasar a ser propiedad de la protagonista ha sido cabra de la legión y pedigüeña de esas de ir con el gitano y la trompeta. Saturnino García, recientemente visto en ‘Vampus Horror Tales’, es un valiente de nuestro cine que tras vivir tropecientos rodajes aún se apunta a un bombardeo. Habiendo trabajado con Cuerda y Saura es de comprender el verle en este proyecto lleno de cabras y personajes como cabras.

Si creímos en la existencia de personajes tan raros y cómicos como las hermanas del baptisterio porque no confiar en lo que nos cuenta ‘Tierra de nuestras madres’, es igual de real. El hecho de tener a un hombre ejerciendo de anciana es solo una herramienta más al servicio del esperpento y el neorrealismo propios de Cuerda y Berlanga. Efectivamente este filme es heredero de esos dos maestros recordando a ‘Amanece que no es poco’ o a ‘Bienvenido Mr. Marshall’. Pero también hay que decir que aunque heredes o sigas una línea continuista con determinados predecesores no quiere decir que estés a su nivel. ‘Tierra de nuestras madres’ esconde mensaje entre sus casas encaladas y sus palabros castellanos, nos brinda un humor totalmente llano, pero a veces aburre con su redundancia.

Encima de vaciados, desconcertados y expropiados. Más allá de su humor absurdo y pintoresco está el mensaje contrainvasor, el desarraigo con el campo que podemos observar desde las cada vez más saturadas ciudades y lo desactualizado que puede llegar a estar el mundo rural. Tirando de hipérbole se habla de pueblos franquicia. Como si de un club deportivo se tratase lo que le sucede al pueblo de Rosario es que una potencia extranjera quiere comprar todas las propiedades, casas y terrenos incluidos. Hay un paralelismo que se mantiene como hilo conductor y es el de la época de la ocupación francesa. Es la invasión comercial que en su día se convirtió en la victoria que USA no pudo tener en Vietnam.

Antes hablaba de herencias y el que creo que es el mayor legado de ‘Tierra de nuestras madres’ es su honesto sentido del humor y la manera de afrontar la vida. Para Liz Lobato el estoicismo significa aguantar con imperturbabilidad pero también con la resignación de que todo aquello que puebla nuestra realidad forma parte a la vez de un surrealismo casi imperceptible y a la vez innegable. A su vez es un empujón para mirar hacia nuestros orígenes. Todo, desde nuestra civilización hasta la comida que compramos en grandes supermercados, parte del campo y como germen ineludible e indispensable no debemos descuidarlo, así como nunca olvidamos los sueños, aspiraciones y obras de aquellas que nos parieron.

Ficha de la película

Estreno en España: 21 de julio de 2023. Título original: Tierra de nuestras madres. Duración: 88 min. País: España. Dirección: Liz Lobato. Guion: Liz Lobato. Música: Luis Tejera, Jeremías Tejera. Fotografía: Ismael Blanco. Reparto principal: Saturnino García, José Luis Cruza. Producción: Miguelina Producciones, Por lo visto, Lunática Films, La bestia produce. Distribución: Melocreo. Género: drama, comedia. Web oficial: https://www.instagram.com/p/Cs_1uOfKzSZ/

Crítica de ‘El último show’, la serie de «Marianico el Corto»

De-construcción de un personaje entrañable

Si pensamos que un comediante es en su vida normal tal y como se muestra en el escenario lo más probable es nos equivoquemos. ‘El último show’ viene para rescatar de nuestra memoria a «Marianico el Corto» o Miguel Ángel Tirado y a la vez para plantear de nuevo esa verdad. Pero más allá de mostrar cómo es un humorista tras bambalinas, pues eso ya lo han hecho series como ‘Life’s too short’ o más próximamente aquí en España ‘Paquita Salas’, se dedica a hacer un discurso sobre el cómo es la construcción de un personaje que pueda llegar a calar en la memoria de los espectadores, una audiencia que se siente más feliz cuando está embriagada de nostalgia, aunque esta esté más repetida que los episodios de ‘Los Simpsons’ en Antena 3.

Este es un drama que dentro de su amargor tiene momentos cómicos. Y es irónico porque en la ficción Miguel Ángel Tirado quiere hacer una película surrealista al estilo de las que hacía Luis Buñuel, otro aragonés, y su vida ya se pinta bastante alejada de la normalidad. No olvidemos que esta es una ficción que deconstruye un mito que está en su ocaso. Le saca del ámbar en el que está conservado, rodeado de mucha publicidad de la zaragozana cerveza Ambar por cierto. Pero quizá por no ser demasiado negra y deprimetne la serie también lleva a cabo una re-construcción, sobre todo de relaciones, como la que tiene el protagonista con su ex, el vínculo con su nieta o la aparición del padre huido.

En cierto sentido me ha recordado a ‘En las estrellas’, la película de Zoe Berriatua. Un soñador quiere hacer una obra de arte contra viento y marea, cuando otros le piden lo mismo de siempre. Y a la vez procura traspasar ese espíritu y conocimientos a una mente más tierna. De alguna manera ‘El último show’ juega con el espectador. ¿Habrá hecho alguna vez «Marianico el Corto» cortos caseros? ¿Tiene un escorpión como mascota? Y mientras esto pasa los episodios intentan dar respuesta a cómo se podría cerrar toda una carrera de éxitos en un mundo tan complejo y difícil como es el de la comedia.

El próximo 17 de abril se estrenan en HBO España los ocho episodios de ‘El último show’, la serie protagonizada por «Marianico, el corto» que un día antes emite su último episodio en Aragon TV. Una obra creada por Álex Rodrigo, un zaragozano que saca pecho en ‘El último show’ por su ciudad y por los talentos que su tierra ha dado citando nombres como Escartín, David Civera, Bunbury, Luis Larrodera e incluso Fluvi la mascota de la Expo de Zaragoza 2008. Así muchos pueden ver que el talento no solo se encuentra en núcleos como Madrid o Barcelona. De hecho el director de ‘Vis a Vis’, ‘El embarcadero’ o ‘La casa de papel’ incorpora dos actores tan buenos como  María Isabel Díaz Lago y Álvaro Morte, de Cuba y Algeciras.

A ‘El último show’ le falta algo de chispa, algo que capte más nuestra atención. Está bien el ver que un cómico como «Marianico el Corto», que ha vivido de hacer gracias a base de juegos de palabras, es capaz de hacer drama, hasta el punto de ser más propenso a darnos bajona en lugar de partirnos de risa. Pero las tramas desarrolladas con su ficticia ex (Luisa Gavasa) y su nieta (Laura Boudet) acaparan mucho tiempo y están bastante desvinculadas de lo que le pasa a Marianico. Sobre todo porque a veces parece que la serie gira solo en torno a ellas y además la trama de Boudet funciona mucho mejor cuando esta hace de nieta que cuando hace de adolescente insurrecta. Eso sí, hay que reconocer que a veces hila muy fino, como con esa confusión de Marianico con Álvaro Morte llamándole «el maestro», doble alusión, a su papel en ‘La casa de papel’ y a su pasado como maestro de primaria. También es hilarante la escena techno-etílica poniendo a Benidorm como un Magaluf para la tercera edad.

Este es el ocaso de un viejo comediante y el amanecer de un nuevo entusiasta de la comedia. Por eso se enfrenta la figura del monologuista con la del cómico tradicional. Es muy curiosa la diatriba que suelta en determinado momento el personaje de José Luis Esteban, manager de Marianico. El cómico tiene una handicap más, tiene que crear un personaje, aunque muchos monologuistas casi implementan esto a sus espectáculos. Y así volvemos a lo que comentaba al principio, delante del hombre está el personaje.

Marianico es una personalidad que iba de la mano de Barragán (por primera vez le he visto sin estar caracterizado), Pedro Reyes, Emilio Laguna, Manolo de Vega o posteriormente aquellos que cogieron el testigo como Chiquito de la calzada o Paz Padilla. Su único objetivo era soltarnos esas pequeñas cápsulas que nos hacen reír y se llaman chistes. Nos retrotrae a esos tiempos, arrinconados en pequeñas salas o locales de Karaoke. Lugares donde el recuerdo y el cameo van de la mano casi por extrema necesidad. Ahí es donde entroncamos con otra serie conocida, ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’. La diferencia es que Marianico huye de los conflictos y su gloria está algo más atrás. Pero igualmente todo acaba narrándose a base de mendicidad artística, cotilleos y hartazgo. A mí me ha causado penilla la serie, igual que aquel vídeo del sacerdote intentando dar misa a través de las redes sociales mientras todos se reían de él por equivocarse poniéndose ridículos filtros. Es todo un agrio absurdo.

Por último solo dos peticiones. Quiero un Playmobil de Barragán y que nos cuenten el chiste del vegetal (no sé si lo contará en el último episodio pues he podido ver siete de ocho).

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