A un día de la manifestación, un activista anónimo recibe la Demo de un juego del que nunca ha oído hablar. A un día de la manifestación, una bailarina caída en desgracia acepta capturar sus movimientos para un juego del que nunca ha oído hablar. Si alguno de ellos pensaba que al día siguiente cambiarían las cosas, nunca imaginó de qué forma. El «juego» se llama Désida.
Reseña
Un primer acto muy actual que sorprende por sus tramas que se van entremezclando cada vez más
Hace poco nos contactó Bardeo, el autor de este cómic, para ver si nos interesaba leer su obra y hacer una reseña. Dado que nuestro tiempo lo acaparan el cine y las series hace más de un año que no publicamos una reseña de cómic, lo cual, es una buena razón para romper esa mala racha. Y la propuesta procede del ámbito independiente, de alguien que se lo ha trabajado tanto que ha conseguido autopublicarse a color y en tapa dura, razón de más para dedicarle un tiempo. Ya con el cómic en la mano descubrimos que la historia trata de un joven que recibe la propuesta de probar la beta indie de un nuevo juego (Désida) para posteriormente poner un análisis en su blog. No puede ser más meta la situación, cojo ‘Désida’ con ganas para descubrir gratamente que el círculo se va a cerrar aún más.
La historia sigue en paralelo a Uli, el personaje que prueba el juego (con viñetas en blanco y negro) y a Keriot, el avatar que maneja (cuyos dibujos van a color). Además a una bailarina que tiene pinta que estará más presente en un futuro. Todo se mueve en un ambiente agitado, tanto la realidad pre-electoral del protagonista como el mundo post-apocalíptico en el que se sumerge con sus gafas de realidad virtual. El tono político del cómic es más que evidente y están muy presentes los paralelismos entre la pandemia del COVID-19 con una distopía cibernética, los populismos, el 15M, el bipartidismo, la desinformación y la posverdad. El joven gamer es un activista cuyo blog clandestino se llama Proverbios 22:7: “El rico se enseñorea de los pobres; y el que toma prestado es siervo del que presta” reza ese texto que nos evidencia aún más de que esto va de lucha de clases. Para más inri quien protagoniza el videojuego me recuerda al Johnny Silverhand de ‘Cyberpunk 2077’, con sus canciones agitadoras y su uso de la tecnología para causar disturbios. Todo esto va de unos pocos plantándole cara y buscando las flaquezas a todo un imperio, como Conan, para cuya película también hay un guiño.
Dado que el vestuario de algunos personajes tiene la apariencia de los trajes de los tiempos de Franco, la portada podría parecer que alude al NO-DO, sobre todo por esa tipografía casi Times New Roman, o también a la fuente Vitor, recuperada en tiempos del dictador. Pero si vais por las calles de Madrid os daréis cuenta que imita a los letreros de las calles, aquellos que están hechos de azulejo. Estamos en Mágeryt pero todo alude a un Madrid de ciencia ficción y muy reconocible. El dibujo es básico en algunos aspectos, pero en lo que se refiere a arquitectura reconocemos perfectamente la ciudad y se cuidan mucho las perspectivas. Es como si estuviésemos viendo algo sacado de las primeras etapas de Salvador Larroca, el cual por cierto se formó como arquitecto técnico, se dedicaba a la cartografía digital y ahí está como uno de nuestros pioneros en el mercado del cómic norteamericano. ‘Désida’ tiene aroma de magazine ochentero, de viñeta revistera o con influencias del underground europeo. Y esto no quiere decir que sea desdeñable, pues tiene su trabajo y páginas muy meritorias como una que evoluciona como una espiral de Fibonacci mientras se representa un tumulto.
El círculo de la casualidad y los paralelismos entre vida real, cómic y videojuego se cierran cuando llegamos a las últimas páginas de este volumen. Todo apunta a que se va a entremezclar videojuego y realidad como si esto fuese ‘El juego de Ender’ o ‘Ready Player One’. Habrá que descubrirlo en el segundo acto, que espero que llegue a publicarse pronto.
Ficha del cómic
Guion: Bardeo. Dibujo: Bardeo. Editorial: autopublicado. Datos técnicos: 124 págs., color y blanco y negro, cartoné, 29,7 x 21 cm. Publicación: 2021. Precio: 18,95 (papel), 3,99€ (ebook).
La serie ‘Castlevania’ adaptó de una manera espectacular los videojuegos de Konami. Fueron varias temporadas, cuatro en concreto, que los fans devoraron cual vampiro sediento de sangre. El cierre incluso resultó magnífico, elegante y conclusivo, algo nada habitual para Netflix que suele dejarnos a medias. No nos quedamos con ganas de más, pero resulta que hay más y es bienvenido.
‘Castlevania: nocturno’ es una secuela que sucede años después de la serie original. Seguimos los pasos de un sucesor de los Belmont que por supuesto continúa con la tradición familiar de eliminar vampiros. Pero huye de su pasado, de una tremenda pérdida a manos de un poderoso chupasangres. Su camino le ha llevado de los Estados Unidos a la Francia de la Revolución. Allí se desarrolla la serie entre rebeldes y una aristocracia que a la desesperada se alía con los vampiros.
En esta nueva temporada Clive Bradley y Kevin Kolde (los showrunners) utilizan a Richter Belmont, un personaje que encontramos en juegos como ‘Castlevania Rondo of Blood’. Pero le acompañan de otros nuevos protagonistas, entre los que se encuentra una maga capaz de transmutar materia y que procede de las plantaciones de algodón de los Estados Unidos. Por supuesto hay más personajes, e incluso sorpresas para los fans de la saga de videojuegos. Y una nueva villana a la que derrocar. En vez de Alucard o los clanes vampíricos, quien lidera a las huestes de la noche es la Condesa Erzsébet Báthory, la que tradicionalmente se ha conocido por sus baños de sangre en busca de la eterna juventud.
En esta ocasión lo que se intenta evitar es una eterna noche y con ello la consecución de la Revolución Francesa. Netflix sigue confiando en Powerhouse Animation Studios que tan buenos resultados les ha dado con las temporadas anteriores. La animación sigue emulando los animes clásicos pero se ayuda de las nuevas tecnologías para aportar agilidad a las escenas, espectacularidad a los escenarios y un ritmo arrollador.
El látigo de los Belmont, los maestros forjadores, los seres de la noche, las cruentas y rapidísimas peleas, noches de fuego y sangre, magia de todo tipo… ‘Castlevania: nocturno’ conserva todo lo que nos gustó en las cuatro anteriores temporadas. Quizá le falta algo del romanticismo y la épica que aportaba Alucard, por mucho que se esfuercen con tanto canturreo operístico. Pero son 8 episodios que se pueden ver ya en Netflix y que tal y como terminan prometen más entregas. ¡Bien!
Largometraje documental que narra los hechos acontecidos en la Corona de Castilla en torno al año de 1.521 conocidos como La Guerra de las Comunidades, y la influencia que ejercieron estos hechos a lo largo de la historia posterior.
Crítica
Un minuto y resultado objetivo y detallado del levantamiento de los comuneros
El tema de los Comuneros puede verse relacionado con el independentismo, sobre todo en los virreinatos de América. Desde la Guerra de las Comunidades se les ha invocado para una u otra razón. Es un ejemplo similar al de los separatistas de Cataluña que están intentando hacer valer ciertos hechos antiguos como base para sus fines. Pero más allá de eso, que es respetable pues puede hablar de una identidad, lo que hay que poner sobre la balanza no es algo del pasado, sino las influencias en la actualidad o el pragmatismo de pertenecer a un estado o no. ‘Comuneros’ empieza con una frase de Joseph Pérez que afirma que la imposición de la ciencia sobre la historia desmitifica a esta segunda. Yo creo que los Comuneros están bastante mitificados, pero son harto desconocidos entre la opinión popular a pesar de estar presentes hasta en nuestra actual constitución.
Nos alucina cuando vemos en películas de Hollywood que los estadounidenses realizan recreaciones masivas de las batallas de su Guerra de Independencia o de la de Secesión. Pero aquí en España también se representan esas contiendas que podrían haber dado forma al mapa político actual, como se hacía en Arapiles. Parece que esta película clama por que demos más importancia a nuestra extensísima historia, que muchas veces ha servido de telonera o de ensayo para acontecimientos ocurridos en el resto de Europa o del mundo. Y lo hace con multitud de entrevistas que se suman en el plano visual a las ilustraciones Sandra Rilova, la animación de Elora Post House y una insuperable fotografía de Víctor Hugo Martín Caballero. Nos hacen recorrer los campos de Castilla, las bóvedas de sus antiguos edificios, al son del romance Los Comuneros de Luis López Álvarez. A Machado se le pondría la piel de gallina.
La película nos hace retroceder a la época de Carlos I de España y V de Alemania. Tras el reinado de un estandarte de la hispanidad como son los Reyes Católicos, un extranjero gobernaba tierra desconocida, algo pronto que levantó ampollas entre el pueblo y que encendió la mecha, sobre todo en cuanto se supo que el rey quería incluir a Castilla y sus tesorerías en el Sacro Imperio Romano Germánico. Además los comunes, el pueblo no privilegiado, demandaba más presencia en la política. Y para colmo los realistas quemaron Medina del Campo. Este fue un coctel que demostró que no se estaba gobernando para el pueblo, lo cual, desembocó en la Guerra de las Comunidades. Época interesante la de Carlos I, con su amante madre Juana apartada del poder y con el descubrimiento de Elcano y Magallanes asombrando al mundo (tenéis nuestra crítica de ‘Sin límites’ relacionada con esto).
Bravo, Padilla y Maldonado son los nombres clave de esta revuelta que podría haber cambiado nuestro país, alejándonos del centralismo y el absolutismo. Imponer peticiones al rey, no suplicárselas, demandaban las Comunidades y movimientos inspiradas en ellas posteriormente. Del pueblo y para el pueblo, no para chupar del pueblo, no para tener un rey casi absolutamente omnipotente e intocable, esto fue en siglo XVI y seguimos igual, solo que ahora estamos adormilados y la institución maquillada. Pero más allá de ese tipo de conflictos sobre la corona ‘Comuneros’ no se alza como una película antimonárquica, nos habla más de la definición o del concepto de comunidades y lo que es más importante, de ciudadano representado. El documental no se basa en la visión politizada de hoy en día, sino que establece la base histórica y analiza todos los matices o detalles que hicieron posible que el pueblo se sintiese con poder y capacidad de tomar decisiones sobre la tierra que trabajaban.
No se consiguió esa visión de España no imperialista, lo contrario, se asentó el absolutismo. En el mundo se nos ve como conquistadores, pero a estos españoles aún les quedaban por conquistar sus propias libertades. Tiempo después llegó el despotismo ilustrado y el manoseo de la palabra libertad. Muchas veces debemos retroceder y recordar el pasado, no para guardar rencor, sino para tener contexto y observar la causa-efecto. Este es un minuto y resultado del levantamiento de los comuneros capaz de ser objetivo y detallado.
Rebelión y revuelta comunera, pero no revolución, porque no cambió la historia de manera inmediata, pero sí dejó una semilla por toda España pues cuestionaron la autoridad. El documental no deja claro si fue una cosa o la otra, sino que ofrece distintas opiniones, al igual que hace todas las caras de esta historia que tocan muy bien Pablo García Sanz, Carlos Belloso y Nerea Mugüerza. Llegando incluso hasta plantear cuál fue el color de los Comuneros, si el rojo carmesí o el morado que se incorporó a la bandera republicana y que supuso que los franquistas estigmatizaran de nuevo a estos castellanos. Esta obra nos habla de un pueblo español que no quería vivir bajo la arbitrariedad de las decisiones de los que están en el poder. Básicamente el documental nos apunta que el eco de los Comuneros ha de ser escuchado pues llega hasta nuestros días.
Ficha de la película
Estreno en España: 17 de junio de 2022. Título original: Comuneros. Duración: 84 min. País: España. Dirección: Pablo García Sanz. Guion: Pablo García Sanz, Carlos Belloso, Nerea Mugüerza. Fotografía: Víctor Hugo Martín Caballero. Música: El Naán. Reparto principal: Luís López Álvarez, Sara Rivero, Fernando Martínez Gil, Salvador Rus Rufino, Luis Antonio Ribot García, Cristina Borreguero Beltrán, Carlos Belloso Martín, Geoffrey Parker, Claudia Möller Recondo, Beatriz Majo Tomé, M. Guadalupe de Marcelo Rodao, Hipólito Rafael Oliva Herrer, Mª Isabel del Val Valdivieso, José Álvarez Junco, Ramón Peralta Martínez, Máximo Diago Hernando, Miguel Martínez, Bethany Aram, Enrique Berzal de la Rosa, Julia Rodríguez de Diego, Ángela Cruz Plata. Producción: Plan Secreto, Visual Creative Producción Audiovisual. Distribución: #ConUnPack Distribución. Género: documental. Web oficial:https://conunpack.com/catalogo/comuneros/
Cortometraje ilustrando la situación social y política de un país en quiebra
La explosión en el puerto de Beirut ha puesto en boca de todos a el Líbano, incluso teniendo una pandemia instalada en nuestras calles. Una catástrofe como tal ha conmovido al mundo. Es de esperar que los medios le den prioridad en primera plana pero muchas veces la información llega sesgada, con poco espacio de tiempo o con solo unas ligeras notas de lo que rodea esta hecatombe. Y hay que usar términos así porque no puede ser más inoportuno este suceso o tal vez sea al contrario e inicie el desencadene lo que muchos esperan.
Hoy quería traeros una propuesta que os pondrá bien en situación sobre el Líbano esbozando muy bien las razones de la crisis. Tanto esa recesión del país de Oriente Próximo como el documental ‘Homeland Gone’ surgieron antes del COVID-19 y de la detonación del nitrato de amonio mal almacenado. El trabajo de Laura Lavinia y Alberto Rodríguez es una herramienta estupenda para adquirir la perspectiva suficiente que buscan aquellos que se quieren acercar a un país cada vez más convulso y comprometido con el cambio. Podéis verlo ya en Amazon Prime Video.
Una patria que ha desaparecido y busca recuperar su identidad. Lo que sucede en el Líbano va más allá de haber tenido que llevar a cabo el primer impago de deuda de su historia, de tener una deuda que supone el 170% del PIB libanés o que estén tan bajos de recursos que tengan un nivel desmesurado de importaciones o que la moneda se haya devaluado hasta un 90% alcanzando la hiperinflación justo antes de la explosión. El problema del Líbano, explica ‘Homeland Gone’ y sus entrevistados, es que es una patria controlada por gente que no cree en la democracia y el pueblo obviamente no cree en ellos. Acabamos de verlo con las manifestaciones que han desembocado en la dimisión de todo el gobierno, al completo.
Quien mandaba allí acabó con lo local y potenció el sectarismo. A través de entrevistas y un ritmo bastante ágil el documental de 35 minutos nos lleva de un testimonio a otro abordando temas como la división inexistente entre política y religión, la depreciación de la moneda, la corrupción sistémica, el compromiso de los jóvenes que han sufrido incluso un impuesto al Whatsapp… Está claro que este es un documental comprometido, que dadas las circunstancias no puede contar con la aportación o versión de las autoridades locales. Se mete de lleno en las calles, siguiendo a manifestantes y miembros de partidos como el Free Patriotic Movement. Este último es el partido del presidente por lo que se muestra la perspectiva del oficialismo crítico pero a su vez también la de la calle que incluye el MPL entre sus enemigos.
El Líbano, un país paralelo a nosotros. Viendo el reportaje se pueden detectar muchas similitudes con lo vivido recientemente en España y eso que algunos llegan a comparar el devenir el país con el de Grecia. Ellos han sufrido una guerra civil que quieren dejar atrás evitando más conflictos y han experimentado un resurgir de la esperanza contra lo arcaico que nos puede recordar al 15M. Un movimiento debilitado allí por los distintos frentes en los que quiere luchar cada vertiente, factor que aprovecha el gobierno para usarlo a su favor. Indignados se les ve sin duda cuando comentan que el país no puede sostenerse tras llevar años con políticos rindiendo cuentas a los bancos que a su vez se han nutrido de las desgracias de los países vecinos. Si yo, que francamente no tenía ni idea de la compleja situación de este país, me he percatado de todo esto es porque el cortometraje está bien estructurado.
En los créditos hay espacio para las diferencias entre sirios y libaneses a si es que tampoco os los perdáis. ‘Homeland Gone’ aprovecha su tiempo de cabo a rabo.
¿Cuál es el futuro del Líbano? Los realizadores de esta producción de 14 milímetros lanzan esa pregunta en los últimos compases. Si habéis visto la serie ‘El colapso’ en Filmin sabréis que abismo están atisbando en ese país. Eso es lo que quieren evitar, seguir con un sistema que les está fallando a propósito. En plena crisis, cuando todo parece ir peor, se ven algunos brotes verdes. Estableced comparativas entre lo plasmado en ‘Homeland Gone’ y la actualidad y los veréis.
El cómic de ‘Snowpiercer’ vuelve a ser objeto de una adaptación (podéis leer nuestra reseña aquí). Tras la versión cinematográfica de Bong Joon Ho (‘Parásitos’) el día 25 de mayo Netflix publicará su serie, de la cual nos ha permitido ver ya tres episodios. Se irán publicando semanalmente, algo que no es habitual en Netflix, pero vivimos una época poco común. Quizá la razón es que esta serie en USA la controla TNT.
También es poco frecuente el plantel que vive la humanidad en ‘Snowpiercer’. La idea de JacquesLob, Jean-Marc Rochette y Benjamin Legrand permanece intacta en esta serie que ha producido el equipo de la película: Bong Joon Ho (Parásitos), Miky Lee, Tae-sung Jeong, Park Chan-wook, Lee Tae-hun y Dooho Choi. La poca población humana que queda sobre la faz de la Tierra está confinada en un tren de mil y un vagones. Se ha añadido una pequeña variación. La razón es como siempre que el mundo está congelado, pero esta vez se debe a un error humano al intentar corregir el cambio climático.
Graeme Manson (‘Orphan Black’) es quien ha orquestado esta serie que en sus primeros episodios está dirigida por James Hawes (‘Black Mirror’) y Sam Miller (‘Luther). Y si querían ser fieles a los cómics la serie se tenía que parecer a la película. Así es en algunas escenas de su inicio, el cual fue modificado tras un piloto fallido. Pero también hay cambios, algunos muy interesantes, que hacen que la serie tenga un aliciente y unas soluciones por las que merezca la pena ser vista. De hecho podría funcionar como algún episodio previo a lo sucedido en las otras versiones que hemos visto, aunque realmente esta es una variable distinta de la premisa.
Todo empieza un poco al estilo ‘Altered Carbon’. Los ricos de arriba (en este caso de la parte delantera del Snowpiercer) rescatan a un hombre (interpretado por Daveed Diggs) de la miseria para que resuelva un extraño crimen. Siendo más sangrienta que la película e incluso que el propio cómic la situación se convierte en una especie de ‘Asesinato en el Orient Express’ pero post-apocalíptico. Cual Poirot tenemos al protagonista, esta vez llamado Layton, investigando por el tren mientras se mueve entre prejuicios, secretos, rencillas, odio y las propias sorpresas que le da el descubrir lo que hay en los vagones que ha tenido durante más de siete años al otro lado de la puerta. Vagones que por cierto algunas veces tienen interiores sobredimensionados. Si esta trama hubiese servido como herramienta para elevar el mensaje de la idea original estaría aplaudiéndola, pero me temo que solo funciona para poder justificar el formato de serie.
Sin lugar a dudas se conserva el mensaje de diferencia entre estratos sociales y la vaga resistencia de los ricos a adaptarse a un nuevo orden mundial. En este rompehielos motorizado hay muchos más pobres que ricos y sin embargo los privilegiados tocan a más trozo del pastel. Los de primera clase viven en su mundo particular y los de tercera aunque inferiores están en todas partes gracias a que viven, sirven y trabajan en todas partes del tren. Dudoso equilibrio piramidal en un mundo lineal que hoy en día vemos en muchos países, empresas o sociedades, como por ejemplo España, donde unos cuantos viven en su propia burbuja y llegan a tal punto de ignorancia que se olvidan del bien común. La lucha de clases sigue siendo uno de los argumentos principales y las cuestiones revolucionarias siguen estando muy presentes en esta historia que transcurre a mil revoluciones. No me refiero a una sensación de frenesí en la serie, si no al avance implacable del tren. Porque el ritmo, aunque no es pausado, tampoco se puede decir que nos haga segregar adrenalina. No arriesga en ninguno de esos aspectos, ni es una aventura comprometida ni se moja a la hora de abordar un estilo más rápido y directo que podría estar acotado a un público más reducido.
‘Snowpiercer’ lastra las carencias de un actor algo falto de carisma que interpreta a un personaje que se tiene sobrestimado y que además ha de liderar a los parias de la humanidad. También le quita encanto la mala gestión de los momentos musicales. Sin embargo hay brotes verdes en la heladora corteza terrestre. Está mucho mejor Jennifer Connely, no solo por su actuación si no por ese halo de misterio de su personaje y por el giro tan sugerente que tiene. Su secreto es mucho más atractivo que el que pueden revelar todos los demás pasajeros del tren.
Obviamente no hace falta haberse visto ni la película ni haber leído el cómic para captar todo lo que nos cuenta. Uno puede entretenerse con ‘Snowpiercer’ sembrándose la expectativa por cómo va a acabar este o aquel personaje, pero tampoco hay que ponérsela muy alta pues no hay giros excesivamente inteligentes. A mí, tras cinco episodios e indagar algo en la serie lo que más me ha seducido no es que ya tenga una segunda temporada planificada, sino que en ella estará Sean Bean.
Un tren en movimiento perpetuo recorre sin descanso un planeta Tierra inhabitado y devastado por la nieve. Sus pasajeros, únicos supervivientes de la raza humana, subsisten divididos por vagones en una recreación despiadada de la sociedad estamental.
Reseña
Una fría pesadilla a toda máquina
‘Le Transperceneige’ es el título original de ‘Snowpiercer (rompenieves)’. Cómic francés realizado por JacquesLob y Jean-Marc Rochette, posteriormente continuado en el guión por Benjamin Legrand a causa del fallecimiento de Jacques Lob. Una obra que no es de extrañar que cautivase a Bong Joon Ho (si, el de ‘Okja’, ‘The host’ y ‘Parásitos’) dada la gran carga de crítica social que posee. Todos sabemos que al director coreano le encanta emplear argumentos de demanda sobre las diferencias existentes en el mundo. Bong Joon Ho popularizó este cómic en 2013 con su adaptación al cine que contaba con Chris Evans, Ed Harris, John Hurt, Tilda Swinton, Jamie Bell, Octavia Spencer o Kanh-ho Song, entre otros. Ahora, seguro que conservando su mensaje, estará aún más presente en las librerías pues Netflix lanza una serie creada por Graeme Manson (‘Cube’, ‘Orphan Black’) y que os enlazaremos aquí.
Este cómic editado en España por Normanos ofrece una aventura abordo de un tren. Quizá es otro de los componentes que atrajo a Joon Ho, parece que en Corea del Sur hay cierto atractivo por las historias sobre raíles, ahí tenemos ‘Train to Busan’. En este caso no hay zombies, hay nieve y vagones por un tubo. Un cataclismo nuclear ha dejado el globo terráqueo congelado. ¿Dónde reconstruir la humanidad en caso de no tener un lugar donde cobijarla? Ni el espacio ni el subsuelo fueron las elecciones de sus autores. Un tren a toda mecha y acondicionado para protegerse del frío es el hábitat en el que se ambienta la historia de ‘Snowpiercer’. Ahí es donde seguimos los pasos de unos protagonistas que cuando abren verdaderamente los ojos quieren pasar de la cola a la cabeza.
Todo lo que queda de nuestra especie confinada en un tren de 1001 vagones. Organizados por clases sociales y funciones en todo este tinglado en el que se ven obligados a adorar a la locomotora. Un mecanismo sagrado que les mantiene en perpetuo movimiento y a merced de un apartheid sobre ruedas. La desigualdad se muestra por niveles según los protagonistas van progresando hacia la cabeza del tren. Descubren fascismo y xenofobia en el que un extranjero puede ser la persona que viene de unos vagones más allá. Por supuesto la novela gráfica tiene más espacio para explorar la utilidad de cada compartimento. Así destaca aún más la injusticia de los privilegios o la necesidad que tienen los de delante de que los de atrás cumplan con su parte encomendada.
El tren es una clara metáfora del rumbo sin frenos de una humanidad avocada a destruirse a sí misma. Una raza carente de empatía y equidad. Si por la época en que se concibió el cómic ya se veía este tipo de desigualdades ahora que la brecha entre clase rica y pobre está aún más acentuada, no me quiero imaginar como de duro habría sido este cómic. Desde luego funciona como espejo en pleno 2020. Quizá es la plasmación en papel de la revuelta que los mismos autores añoraban. Al igual que el ‘Gran Hotel Abismo’ de Prior y Rubin esta es una crítica a la sociedad desde una futura distopía. Busca despertar conciencias y el nervio de los lectores que sean capaces de establecer los claros paralelismos.
Sorpresa, estupor, esperanza (y desesperanza) mezclados con acción son los ingredientes de esta obra. Una acción inhumana, carente casi en su totalidad de sentimientos por parte de quien oprime. Inhumanidad rabiosa por parte de quien lucha. Esto es ciencia ficción post-apocalíptica con mucho mensaje.
No soy muy partidario de los cómics en escala de grises. Pero admito que Rochette supo sacar partido a una historia permanentemente acotada entre vagones de tren rodeados de una inmensidad de nieve o hielo. Cerrazón y angustia son dos palabras que le vienen bien tanto a la historia como a sus viñetas. Además su estilo le da un toque de oscuridad que se acopla al tono de la historia. El dibujo refleja los atuendos y miedos de una época cargada de temores al holocausto nuclear y las consecuencias de la guerra fría.
Si la canción de Undrop predicaba la existencia de un tren que nos iba a llevar más arriba y lejos, ‘Snowpiercer’ es diagonalmente opuesto, muy pesimista al respecto. Si la serie sigue sus pasos, como en gran parte hizo la película, tendremos un buen drama de ciencia ficción.
Ficha del cómic
Guion: Jacques Lob, Benjamin Legrand. Dibujo: Jean-Marc Rochette. Editorial: Norma. Datos técnicos: 280 págs., cartoné, blanco y negro, 19 x 26 cm. Publicación: 1982. Precio: 32€.
Bajo el reinado de Napoleón, François Vidocq, el único hombre que ha podido escapar de dos prisiones de alta seguridad, es una leyenda de los bajos fondos parisinos. Dado por muerto después de su última espectacular huida, el ex-prisionero pasa desapercibido bajo la apariencia de un comerciante. Tras ser acusado de un crimen que no ha cometido, hace un pacto con la policía: atrapará a todos los ladrones y asesinos de París a cambio de su inocencia.
Crítica
La humanización de un mito francés pasándole por la mugre y la sangre parisina
«Soy hijo del terror François, mi lugar es la guillotina». Esa es una de las frases que le dicen a François Vidocq durante ‘El emperador de París’ y que nos coloca perfectamente en el marco en el que se ambienta la película. Es época revolucionaria y republicana. Europa teme el cambio, teme el fin de las monarquías, teme el progreso. Pero París y su clase alta en concreto lo que teme es la delincuencia, teme perder su posición de poder. En esa situación grajea su fama un hombre de lógica y eficiencia como Vidocq. El criminólogo a quien interpreta en esta ocasión Vincent Cassel atrapa criminales pero su fama crece muy a su pesar ya que lo que él busca es la libertad, no la notoriedad.
De nuevo la vida del investigador privado que se convirtió en el primer director de la seguridad nacional francesa inspira una película. Y lo cierto es que su vida era bastante inspiradora, tenga o no partes de ficción, sabiendo que parte de lo que conocemos de ella la transmitió alguien anónimo. Atrapó maleantes para poder dejar de huir y conseguir su indulto y de eso trata este nuevo filme. Nos pintan a Vidocq como un hombre con un pasado reprochable pero que no trata de ocultarlo, inmerso en una sociedad de maleantes y honores. La película de Jean-François Richet sabe mucho a míticas historias de época y venganza, tipo ‘El Conde de Montecristo’, ‘Los miserables’ u ‘Oliver Twist’, pero con un argumento menos elaborado y con más escenas de peleas.
‘El emperador de París’ ha sido dirigida y escrita (junto a Eric Besnard) por de Jean-François Richet. Él fue el director de ‘Blood father’, la película de acción y drama con Mel Gibson, por lo que no es de extrañar su nivel violencia en algunas partes, aunque está bastante contenida. Al igual que en aquel título del 2016 tenemos una visión corrupta y violenta de la sociedad de la época. Sociedad que está bien representada en todos sus escalafones con la prostituta dulce pero pillamente interpretada por Freya Mavor, el inamovible policía de Denis Ménochet, el soldado de honor de James Thierrée, la baronesa maquinadora de Olga Kurylenko, el prófugo agitador que representa August Diehl, los gerifaltes de palacio como Patrick Chesnais… Todos ellos se mantienen en su lugar sin extralimitarse en su rol de secundarios, manteniendo la esencia de unos personajes que complementan al protagonista, sin los que este no se podría comprender.
Este filme nos devuelve correctamente a la Francia del siglo XIX en parte porque tiene muy buen diseño de producción. Posee una gran ambientación inmortalizada por una eficaz fotografía obra de Manuel Dacosse (‘Gracias a Dios’). Todo el conjunto de arte visual, vestuario y roña de las calles incluidas sirve para que nos creamos a este Sherlock Holmes francés que existió antes que el propio Holmes.
Esta me parece una película más solvente que ‘Blood father’ en la filmografía de Jean-François Richet y eso que a priori ese título fue más mediático por su estrella protagonista. Me ha gustado la humanización y el acercamiento que se hace de un mito francés que quizá no es tan conocido como pensamos.
Ficha de la película
Estreno en España: 26 de julio de 2019. Título original: L’empereur de Paris. Duración: 122 min. País: Francia. Dirección: Jean-François Richet. Guion: Eric Besnard, Jean-François Richet. Música: Marco Beltrami, Marcus Trumpp. Fotografía: Manuel Dacosse. Reparto principal: Vincent Cassel, Olga Kurylenko, August Diehl, Freya Mayor, Denis Ménochet. Producción: Mandarin Films, Gaumont, France 2 Cinéma, France 3 Cinéma, BNP Paribas Pictures, Scope Pictures, CN6 Productions, Actes Proletariens, 120 Films, Canal+, Ciné+, France Télévisions, Région Ile-de-France, Centre National de la Cinématographie, Eutorage Pictures. Distribución: SelectaVisión. Género: aventuras, policíacao. Web oficial:https://www.gaumont.fr/fr/film/L-empereur-de-Paris.html
EuroSteamConMadrid vuelve para deleitar a seguidores y desconocedores del género Steampunk. La corriente artística y literaria basada en el vapor tiene una nueva cita el próximo 17 de septiembre a las 21:30h en el Cosmos Bar (Calle Garcilaso 3, Madrid). La entrada es totalmente gratuita.
En este evento habrá sorteos, performance, música y alguna que otra sorpresa. Los amantes de este movimiento inspirado por la Revolución Industrial y la estética victoriana llevan reuniéndose desde 2013 poniendo en común sus obras de arte y sus trabajos, además de conformar una comunidad que va creciendo poco a poco en nuestro país.
EuroSteamCon es un conglomerado de convenciones que se celebran por toda Europa, todas ellas amparadas por su fundador, Marcus R. Gilman. La edición de Madrid está organizada por la Sociedad Siete Arcanos y por La Doble A. El cartel es obra de Dan Mei Grafik que ha contado como modelo con Kayla Davion. Más información aquí.
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