En qué plataforma ver El mal no existe
Sinopsis
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Takumi y su hija, Hana, viven en un pueblo cercano a Tokio. Su vida se verá profundamente afectada cuando descubren que cerca de su casa se va a construir un glamouroso camping para que los habitantes de la ciudad hagan escapadas cómodas a la naturaleza.
Crítica
Un alegato ecologista y costumbrista excesivamente manso
El primer tramo de ‘El mal no existe’ consiste en contemplar cómo transcurre la vida del protagonista. Cortar leña, recoger agua con un cazo, pasear con su hija reconociendo árboles… Durante buena parte de la película es como si estuviésemos viendo un documental de La2 al que se le ha dado como hilo conductor la vida de un lugareño y su vida sencilla. Los planos contemplativos se suceden sin que delaten ningún tipo de argumento o trama. Es solo cuando está bien avanzada la película cuando irrumpe el elemento conflictivo. Una empresa quiere construir una instalación de glamping (uno de los pocos méritos que le atribuyo al filme es descubrirme este término) y con ello irrumpir en la vida de los habitantes de tan apacible lugar, poniendo en peligro sus recursos naturales.
Es evidente y fácil pensar que la película tiene un mensaje ecologista. Pero va de la mano de un espacio dedicado ampliamente a hablar sobre el respeto a las costumbres, a los valores y a los tesoros de las pequeñas comunidades que viven ajenas a las modas o ambiciones de la sociedad capitalista. Es por todo esto que ‘El mal no existe’ viene a decirnos que en la naturaleza no existe maldad, solo supervivencia. Por extensión nos intenta mostrar que los habitantes que respetan el medio ambiente en el que viven sin coger de él más de lo que necesitan también están exentos de la perversidad inherente a los principios e intenciones corporativos. Las gentes de ciudad, los tiburones empresariales son aquellos que taren todo lo pernicioso. Nada que no sepamos. Si ponemos en valor el porcentaje de película que se dedica realmente a desarrollar la materia en cuestión se nos queda todo en un cortometraje.
Eso sí, las imágenes del bosque están tomadas con sumo gusto. El etalonaje de la película dota a las escenas de una luz increíble que no llega a quemar la escena y que da paso a una coloración que se percibe saturada de color. Otro acierto de ‘El mal no existe’, que logra transportarnos a esa naturaleza en la que tanto se recrea, es el mantener el sonido diegético, aquel que han captado durante el rodaje de cada escena. En ocasiones es apto para fans del ASMR.
Películas como ‘Erin Brockovich’ o ‘Tierra prometida’ han conseguido mejor impacto que el que ha causado en mi ‘El mal no existe’. Al margen de su mérito técnico, que lo tiene aunque tampoco busca planos ni montajes complicados, no es una película excesivamente conflictiva. Destaca en el filme la cultura de la lógica y el diálogo que tanto se le atribuye a los japoneses, rota solo por la irrupción de jóvenes empresarios que van más en la línea de corrientes neoliberales y ambiciosas. ‘El mal no existe’ es una película muy mansa, nada combativa, casi naif, que solo es capaz de desconcertar con un giro final difícilmente desentrañable.
Ficha de la película
Estreno en España: 1 de mayo de 2024. Título original: Aku Wa Sonzai Shinai. Duración: 106 min. País: Japón. Dirección: Ryûsuke Hamaguchi. Guion: Ryûsuke Hamaguchi. Música: Eiko Ishibashi. Fotografía: Yoshio Kitagawa. Reparto principal: Hitoshi Omika, Ryo Nishikawa, Ryuji Kosaka, Ayaka Shibutani, Hazuki Kikuchi. Producción: Fictive, NEOPA. Distribución: Caramel Films. Género: drama. Web oficial: https://neopa.jp/film/%E4%B8%89%E5%BA%A6%E7%9B%AE%E3%81%AE%E6%AD%A3%E7%9B%B4third-time-lucky2022%E5%B9%B4