Crítica: ‘La voluntaria’

Sinopsis

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Marisa (Carmen Machi), una doctora recién jubilada, decide viajar como voluntaria a un campo de refugiados griego donde, a su parecer, necesitan a gente exactamente como ella. Al llegar allí, se hace evidente que no tiene nada que ver con los demás. Cuando conoce al pequeño Ahmed, los límites entre la necesidad de cuidar y de sentirse útil empiezan a desdibujarse…

Crítica

Muy acertada la mirada de Reguera

Ver una película con Carmen Machi siempre es un gustazo. Es una de las actrices más polifacéticas de nuestro país y yo la verdad es que la disfruto más en comedias, pero creo que es porque cuando se trata de dramas me deja apabullado, demolido. En ‘La voluntaria’ toca esto segundo, sobre todo al final. Nely Reguera, directora de historias con tintes cómicos como las de ‘Valeria’, ‘María (y los demás)’ o la exitosa ‘Benvinguts a la familia’ la ha fichado para este drama sobre las crisis migratorias y los refugiados que también indaga sobre la necesidad de sentirse útil. En ella tenemos a una doctora que acaba de terminar su carrera y viaja a un campo de refugiados para aportar su granito de arena, es igual dónde esté ubicada esa instalación, la historia es extrapolable a cualquier región.

‘La voluntaria’ es un drama amable, ligero. Siempre que se introduce el elemento infantil es más fácil excitar nuestro lagrimal, pero la película es una historia maternal, de amistad y humanidad que logra tocar muchos temas sin necesidad de regodearse en la tragedia. En todos ese torbellino de sentimientos que pueden abrumar a alguien que se acerca a la realidad a pie de tierra se plantea una cuestión importante. ¿Estás ahí para ayudar a alguien que está necesitado o tú necesitas ayuda? Está la situación del inmigrante y desamparado pero también la de la jubilada que se ve aparcada e inane, que no sabe qué hacer con el tiempo libre que tiene ahora.

Da igual qué papel haga Carmen Machi que siempre deja la impresión de ser una madraza. En esta ocasión una que se ve obstaculizada por la burocracia y las nuevas técnicas educativas, encarnadas entre otros por Itsaso Arana, un verdadero grano en el culo, refiriéndome al personaje por supuesto. Es una doctora que ya no ejerce pero que no ha perdido su vocación de ayudar, de estar disponible para los heridos. Hablamos de vocación pero también hay que hablar de necesidad mutua. Hay quienes viven con carencias pero en el otro lado hay personas que necesitan cual oxígeno aportar algo, sentirse productivos o contribuir a mejorar el mundo. El ánimo de lucro suele impedir que seamos una civilización mejor y por eso hacen falta voluntarios, pero claro, para eso hace falta una educación que promueva el altruismo y en la sociedad de consumo y narcisismo que vivimos no se ve mucho. Ahí llega otra de las lecciones del filme: por mucho que un ciudadano de a pie quiera ser real y efectivamente solidario suele tener las manos atadas.

‘La voluntaria’ es más eficiente en sus primeros actos. Y queriendo o sin querer nos habla de afrontar los problemas. De como en el “primer mundo” rehusamos enfrentarnos a las minucias de nuestra realidad diaria mientras que en los países necesitados han de convivir con las mayores de las penurias sin posibilidad de evasión. Muchos de esos calvarios no desaparecen pero reciben paños calientes con la salida que les ofrecen los voluntarios. Con esto vemos que más allá de necesitar cobijo, comida o trabajo a estas personas les hace falta un estímulo psicológico que les haga sentirse alguien, que les de un proyecto de futuro. Esto parece una reflexión que he aprovechado a meter en este texto pero realmente es algo a lo que induce a pensar el filme. Muy acertada la mirada de Reguera. Pero ‘La voluntaria’ también toca otras realidades como la de los menas, la sanidad, los choques culturales… Merece la pena que os paséis a verla y extraigáis vuestras propias conclusiones.

Ficha de la película

Estreno en España: 9 de junio de 2022. Título original: La voluntaria. Duración: 99 min. País: España. Dirección: Nely Reguera. Guion: Nely Reguera, Eduard Solà, Valentina Viso. Música: Javier Rodero. Fotografía: Aitor Echevarría. Reparto principal: Carmen Machi, Itsaso Arana, Dèlia Brufau, Arnau Comas, Yohan Lévy, Henrietta Rauth. Producción: Fasten Films, BTeam Pictures, RTVE, Movistar+, TV3. Distribución: BTeam. Género: drama. Web oficial: https://fastenfilms.com/producciones/pPEatbtsRBIZgMQrGT5z

Así es ‘Matar al Padre’, protagonizada por Gonzalo de Castro

Tragicomedia ácida con un padre que daría ardores de estómago.

Tenemos nueva serie que se estrenará el viernes 25 de mayo en Movistar+, poniéndose ese día al completo bajo demanda. En ella durante quince años acompañamos a la familia Vidal encabezada por Jacinto Vidal. ‘Matar al padre’ está compuesta por cuatro episodios de unos cincuenta minutos cada uno y nos muestra cuatro etapas distintas de este clan en un período desde mediados de los boyantes años noventa hasta muy cerca de nuestros días, quedándose en plena crisis económica. Una historia en la que matar al padre no es una opción pero si un deseo constante.

Porque el cabeza de familia que está interpretado magistralmente por Gonzalo de Castro (serie ‘7 vidas’, ‘Las furias’) es un individuo de mucho cuidado pero también de mucho cuidarnos. Me explico. Jacinto es alguien que cuida a su gente, que odia la traición, que valora la amistad y la familia por encima de todo y eso lo mima. Pero también quiere las cosas a su manera cueste lo que cueste, persiguiéndolo todo con tozudez y para ello lleva a los que le rodean hasta el extremo. Por desgracia para él no todos tienen su sistema de valores y no todo le sale como él piensa y las cosas se le tuercen o le llevan la contraria. Muchas son las desventuras que vive y su carácter hace que las vivamos tras un filtro tragicómico.

Tragicomedia. Le viene que ni pintado ese apelativo o esa categorización. La serie dirigida por Mar Coll y escrita por ella misma más Valentina Viso y Diego Vega combina drama y comedia de un modo muy bestia y sincero. No sé si ácida es la palabra más acertada para definir esta comedia pero desde luego a mí un padre como Jacinto Vidal me daría ardores de estómago. Está muy bien llevada la evolución de los personajes a través de esas cuatro fases poco separadas de sus vidas. Sentimos intensamente tanto sus penas como sus alegrías y aún así podemos reírnos ante lo surrealista de sus situaciones, que pese a ser altamente perturbadoras caben dentro de lo factible.

Lo cierto es que la canción que abre la serie no podía estar mejor elegida. «Mi viejo» de Piero. Su letra se la podría cantar Jacinto a su padre o los hijos de Jacinto a este. Ya que la serie trata temas bastante profundos, no se queda en lo superficial de la crisis que tantas producciones andan mostrando últimamente. El legado, la creación de hijos a imagen y semejanza, el modo en que queremos pasar nuestros días, el fracaso o éxito en la educación…  Para ello, con o sin simbolismo Mar Coll hace que los protagonistas se traten como perros pero que aún así se quieran entre ellos. Una relación de amor odio, de dependencia mutua que está cargada de mucha hipocresía también, de limosnas tanto materiales como emocionales.

Mini serie de cuatro capítulos. Pero decir que es «mini» es quedarse corto. Eso solo vale para su duración pues al igual que otras series como ‘Life’s too short’ su extensión desmerece su alcance. Y al igual que ese serial de Warwick Davis, Ricky Gervais y Stephen Merchant, pero con un humor ligeramente distinto, ‘Matar al padre’ nos aporta un pasatiempo amargo pero a su vez cómico. Es muy difícil alcanzar este punto de equilibrio y no es la primera serie que recientemente nos otorga Movistar+ de similares características, recordemos ‘Vergüenza’. Con personajes como el de Paulina García encontramos el lado más humano y comprensivo, con Greta Fernández quizá el más hipócrita o emberrenchinado y con Marcel Borràs tenemos la mejor réplica para Gonzalo de Castro. Ambos son los que como padre e hijo recorren el hilo central de la trama y tienen un constante toma y daca digno del que hemos visto en presencia de las cargantes madres del propio Hitchcock. Incluso Gonzalo de Castro llega a recortar en silueta como el famoso director.

¿Si os podéis acabar encariñando y pidiendo más de un personaje controlador, histérico, hipocondríaco, que se empeña en aguantar estoico y en encajar los golpes casi en solitario o que asfixia con su amor paternal? Ya os digo que Gonzalo de Castro hace que sí. Al final volveréis a él de igual modo que siempre acaban volviendo los Vidal a él, porque al fin y al cabo, cual Jedi y con la Fuerza, la ironía de la vida siempre le acompaña.

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