Crítica: ‘Juan Carlos: la caída del rey’

En qué plataforma ver Juan Carlos: La caída del rey

Refrescando y re-argumentando lo que ya era vox populi

Este lunes 22 de mayo se estrena en SkyShowtime el primer capítulo de la miniserie documental ‘Juan Carlos. La caída del rey’. Una producción gestada en Alemania de cuatro episodios que serán estrenados poco a poco cada lunes y de los cuales hemos podido ver ya los dos primeros. Esta reveladora obra está producida por Christian Beetz (autor del documental sobre el declive de la Unión Soviética, ‘Farewell Comrades!’) y dirigida por Anne Von Petersdorff (‘Wanderlust, female bodies in transit’) contando también con la autoría de Pedro Barbadillo (‘Madrid 11M: Todos íbamos en ese tren’).

Lo que cuenta este documental puede levantar ampollas, no me extraña que en los títulos de crédito Sky y sus creadores se laven las manos indicando que lo que aquí se dice es la opinión de los entrevistados, no las suyas propias. Cada uno puede sacar sus conclusiones con este reportaje en forma de serie pero bien es cierto que lo que se dice encaja la mar de bien aunque no habría estado de más mostrar más pruebas, de eso os hablaré más abajo.

El pueblo español es bien conocedor de los errores de su rey emérito. En mayor o menor medida todo ha sido desvelado pero muchos o bien se niegan la verdad o necesitan más evidencias. Incluso para gran parte de los ciudadanos todo lo que está tras bambalinas de la corona le es desconocido. ‘Juan Carlos: la caída del rey’ viene a ordenar todo lo que ha pasado y a exponerlo a través de las declaraciones de aquellos que han querido participar. El documental no cuenta con los testimonios de Felipe VI ni de Juan Carlos I ya que estos han rehusado aparecer.

Se abre la serie con lo que supuso toda una vergüenza a nivel internacional, la huida del país precedida de errores, escarceos, tropezones literales… Juan Carlos I fue colocado en su puesto por Franco para recuperar la tradición medieval de la monarquía y venía a alzarse como el estandarte de la democracia. Pero ha terminado con una imagen de infiel, cazador, embaucador… Al final en vez de ser icono de la modernidad y lo correcto ha acabado representando lo viejo y rancio que en otros países se está tendiendo a dejar atrás. Política al margen, lo que más le molesta a la población es su opacidad e inviolabilidad, su hipocresía hablando de rectitud y ejemplo en tiempos en los que la población pasa hambre y paga sus impuestos religiosamente. Esta serie viene a retratar al más bribón de los Borbones a través de sus “vida en B”.

No admite debate su papel en el 23F, la transición o en muchísimas relaciones internacionales. En mi opinión la serie no ha llegado para echar por tierra el trabajo que Juan Carlos I hizo en el último cuarto del siglo XXI. Se adentra más en su vida personal pero tratando que este no sea un producto amarillo o del corazón. Y eso lo hace mostrando el impacto que ha podido tener la vida oculta que ha llevado para España y los españoles. Para ello se centra en su supuesto magnetismo con las mujeres, acaparando los focos la figura de Corinna zu Sayn-Wittgenstein que habla largo y tendido delante de las cámaras. Pero son personas como Rebeca Quintáns López, Javier Bleda o Jaime Peñafiel quienes hacen las afirmaciones más fuertes al respecto.

El montaje habla de determinados acontecimientos ordenándolos de tal manera que se inclina la balanza a favor de las teorías más conspiranoicas, poniendo los tejemanejes del Rey y sus espías a la altura de la muerte de Diana de Gales. Hay muchas insinuaciones, relacionadas con experiencias propias o acontecimientos reales, pero sin pruebas físicas, como decía, por lo menos en los dos primeros episodios. Pero nos dejan entrever que hay mucho material comprometedor, pues se muestran unas cajas negras repletas de documentos y que le sirven a Corina como seguro de vida y evidencias de la profunda relación que siempre ha afirmado tener con Juan Carlos I.

Seguro que con los años tendremos algún culebrón o adaptación para este juego de tronos. Corina afirma haber sido víctima de operaciones del CNI, el cual, siempre ha tratado supuestamente de arrebatarle toda la información sensible o incluso asesinarla. Ella admite abiertamente haber sido amenazada. Por supuesto llegados a este punto aparece la figura de Villarejo y se habla de Bárbara Rey y de Sandra Mozarowsly. No me extraña que Javier Ayuso (periodista que fue exdirector de Comunicación de la Casa del Real) se defina en esa época como bombero ya que “estaba todo el día apagando fuegos”.

Puede sonar a que ‘Juan Carlos: la caída del rey’ centra su metraje en tirar su figura por los suelos. Pero entrevista a personalidades como el expresidente Aznar, Philip Adkins (su amigo presente en la famosa cacería del elefante) o el banquero Mario Conde que le defienden a capa y espada. Pero dado lo que se pone sobre la mesa no me cabe duda de que esta serie es toda una generadora de republicanos.

Crítica: ‘La maldición del Windsor’

Restaurando nuestra memoria, rescatando datos, pero dejándonos igual de desorientados

Este domingo 12 de febrero HBO Max lanza ‘La maldición del Windsor’. Una serie de cuatro episodios que hemos podido ver y que hemos devorado casi maratonianamente a pesar de que cada uno de ellos dura 45 minutos..

Dirigida por Raül Calàbria y producida por Jordi Évole y Ramón Lara (Producciones del Barrio) nos trasladan a 2005. Un año en el que aún estaba presente la hecatombe del 11S y permanecía fresco el dolor del 11M. Con esa memoria colectiva empezó a arder uno de los edificios más importantes de la ciudad, el Windsor. Las primeras teorías o impresiones derivaron en el terrorismo, pero la cosa fue por otros derroteros que aún hoy en día no están para nada claros.

Para intentar esclarecer lo sucedido o darnos herramientas con las que extraer nuestras conclusiones, ‘La maldición del Windsor’ cuenta con testimonios de los responsables de los servicios de emergencias, del primer y del último bombero en estar allí, de los vecinos, de los peritos, los arquitectos del edificio, políticos, el abogado que grabó a los “fantasmas del Windsor”, parapsicólogos, fiscales anticorrupción, los responsables de su demolición… La miniserie hace muy buen trabajo a la hora de intentar atar cabos, en su afán por mostrar versiones objetivas, hipotéticas e incluso fantasiosas.

Siendo quienes son los responsables de esta serie sobra decir que la clave usada es la humorística. En tono de ironía, con poca especulación y dando voz a distintas vertientes, se plantean las diferentes teorías explicativas como si coexistiesen en universos paralelos. El primer tema controvertido es el origen, la velocidad y dirección de propagación del incendio. El segundo se cuestiona dónde están los papeles del banquero Francisco González y pone sobre la mesa la cuestión del sabotaje, lo cual nos lleva a la tercera dimensión paralela. ¿Qué eran las siluetas conocidas como los “fantasmas del Windsor”? Por supuesto se habla del excomisario Villarejo, con toda la dimensión y repercusión que ello conlleva, pero quizá el dato que me ha dejado más pasmado es el de su papel de Frankenstein en ‘Aquí huele a muerto’ de Martes y Trece.

En el Windsor había nombres muy importantes. Garrigues Abogados, El Corte Inglés, Comparex y sobre todo destaca la auditora Deloitte. En las oficinas de esta última se sabe que comenzó el incendio y con ello la hipótesis más sencilla que nos presentan con pruebas y fundamentos. ¿Fue una colilla mal apagada la que desató el incendio que rememoró al ‘El coloso en llamas’? Por supuesto el documental no tiene pelos en la lengua ni se anda con paños calientes y bucea en explicaciones más complejas como el tema de Francisco González y Villarejo o el contexto previo al incendio retrocediendo hasta su construcción y todo lo que rodea a la familia Reyzabal, lo cual, es algo más propio de intrigas y enredos palaciegos que de un grupo empresarial.

Como valor añadido ‘La maldición del Windsor’ muestra unas imágenes, liberadas por el juez que las tenía, de una cámara de seguridad instalada solo tres días antes en la zona donde empezó el fuego. Se suma a esa casualidad el hecho de que se habían instalado sistemas de rocío pero estaban pendientes de activarse en un breve espacio de tiempo. Es normal que surjan sospechas que se enfrenten la hipótesis accidental. Este fue un siniestro inédito de esos que levantan suspicacias y teorías conspiranoicos, que se analizan tanto que es comprensible que se le haya sacado todo tipo de explicaciones, hasta maldiciones a los Reyzabal o fantasmas jugosos para Iker Jiménez. Desde luego fue algo muy conveniente para vender periódicos o hacer carrera investigadora.

¿Saca el documental una conclusión clara? No. Pero nos animan a aceptar la explicación menos enrevesada tirando de la navaja de Ockham (la explicación más sencilla siempre es la más plausible). Pero se deja flecos pues no nos dicen qué pasó posteriormente con los allí presentes en el momento del incendio, es decir, con los guardias de seguridad o la empleada de recursos humanos que supuestamente tiró la colilla. También nos anuncian en los créditos finales de que Villarejo aceptó salir en el documental, pero “más adelante”.

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