‘Dorohedoro’, piel de cocodrilo y de anime retro
Surgida de un manga creado por Q Hayashida (editado en España por ECC) tenemos ya en Netflix la serie de doce episodios de veinticinco minutos ‘Dorohedoro’. Un anime que os digo desde ya que tenéis que ver si sois consumidores habituales de anime y añoráis las series de los años noventa. También os gustará si os va el estilo directo, el humor macabro y los argumentos estrafalarios y fantásticos. Me ha encantado por ser capaz de devolverme al estilo sin tapujos de hace más de veinte años acompañado además de un dibujo similar al de aquella época e incorporando algunos movimientos y detalles que claro está, son debidos a las técnicas actuales.
Caiman es un personaje con cabeza sauria que podría haber salido perfectamente de la película de ‘Super Mario Bros.’, por su dibujo y por su carácter. Es un tontorrón y osado protagonista que sigue casi los mismos esquemas de los personajes principales de series como ‘Golden Boy’, ‘Trigun’ o ‘Louie, el guerrero de las runas’. Es osado, a veces inconsciente, algo pardillo y muy glotón. Te partes con él aunque se encuentre embadurnado en sangre en plena pelea.
Se topa con una compañera de armas (Nikaidō) que le ayuda en su búsqueda gracias a sus habilidades y su cocina. Juntos se tienen que enfrentar a todo tipo de magos, con especialidades muy variopintas. Dos de ellos me recuerdan mucho a los personajes Hazel y Cha Cha de ‘The Umbrella Academy’ y también a Travolta y Jackson en ‘Pulp Fiction’. Ningún personaje en esta serie está en sus cabales, todos tienen alguna rareza y eso la hace muy divertida y versátil.
¿Cómo investiga? Matando y metiendo la cabeza de los magos a los que se enfrenta en sus fauces, para que el hombre que tiene dentro vea si les reconoce y averiguar así si alguno de ellos es el causante de su mágica mutación. Hay mucha sangre y magia entremezclada en este anime. Si la acotamos hay que introducirla en las series de tipo seinen, para adultos. Es un disfrute de momentos ridículos con amputaciones y despellejamientos de caras.
También cabe señalar que es muy rarita. Los magos realizan su magia a través de un humo que exhalan. Y esto pueden hacerlo a través de su boca o mediante heridas autoinfligidas en los dedos, por ejemplo. No solo experimentan poniendo cabezas de pulpo o loro a las personas, también les convierten en kafkianas criaturas como una cucaracha gigante o en setas comestibles. Los magos, por cierto, llevan todos máscaras, algunas de ellas con formas tan excéntricas como un corazón humano o un pavo (si, a lo Friends).
Me ha encantado ese capítulo en el que unos monjes recorren la ciudad cual Moza de Ánimas en La Alberca y luego todo desemboca en una cacería anual de muertos vivientes. Hechiceros, zombies, demonios, mutantes, tecnología ciberpunkarra… Enganchado a ‘Dorohedoro’. Quedo a la espera de ver si os gusta tanto como a mi y si llegan a España las seis OVA’s que van a lanzarse a parte de esta serie, creo que en futuros lanzamientos en formato Blu-ray, porque de ellos va a depender el desenlace de esta historia que por desgracia se ha quedado colgada.