Crítica de ‘El club de la medianoche’

Historia de terror con antología incluida

Netflix estrena este 7 de octubre ‘El club de la medianoche’, la nueva serie de Leah Fong y Mike Flanagan (‘Misa de medianoche’, ‘La maldición de Hill House’, ‘Doctor sueño’). Durante el día inaugural del Festival de Sitges han sido proyectados los dos primeros episodios, nosotros hemos tenido la suerte de poder disfrutar de la serie al completo.

El título de la serie es ‘El club de la medianoche’ y sería fácil confundirse con la producción canadiense también llamada así y que fue lanzada en 1991. Esa obra cuyo título original era ‘Are You Afraid of the Dark?’ trataba también de unos jóvenes que se reunían para contarse historias. Pero realmente este nuevo estreno de Netflix surge de la novela juvenil que Christopher Pike publicó en el 94, quizá influenciado por la serie ya que hace lo mismo solo que con enfermos terminales.

Una casa sirve de residencia para un grupo de jóvenes que han recibido el nefasto diagnóstico de no tener curación. Los miembros del lugar se evaden de su fatal destino contándose historias por la noche y enfrentando juntos el terror de cada uno. Es como si se tratase de una obra de Albert Espinosa, pero sin esperanzas de sobrevivir y con terror. Este es un relato mucho más juvenil que ‘Doctor Sueño’ con reflexiones sobre lo superficial y lo fugaz.

La serie nos propone un drama de terror pero que también sirve de antología pues se nutre de historias independientes. Las narraciones de estos jóvenes pacientes sirven de tabú o eufemismo para enfrentar sus próximamente caducas vidas. Y es que hay otras cosas terminales que nos matan como los celos, las adicciones, los deseos de satisfacción, el saber que perderemos a nuestros seres queridos… Todo ello sale a la luz gracias a relatos sacados del libro de Pike y a otros creados para este propósito. Son diez episodios de casi una hora dotados de intriga por lo que sucede en la casa, de los cuales el máximo atractivo es recibir una pequeña dosis de sustos y descubrir nuevas minihistorias. Por desgracia el carácter de la serie la hace la más ordinaria de todas las que ha estrenado Flanagan, muy lejos del terror conseguido en ‘La maldición de Hill House’.

Flanagan suele tirar de habituales como Henry Thomas, Carla Gugino, Kate Siegel u Oliver Jackson-Cohen. Pero el protagonismo de esta serie recae en actores muy jóvenes ya que sigue la estela de series como ‘Pesadillas’. Los nombres a citar son los de Ruth Codd, Annarah Cymone, Sauriyan Sapkota, Adia, Aya Furukawa, Iman Benson, William Chris Sumpter e Igby Rigney. Algunos repiten, como Annarah Cymone, Samantha Sloyan o Zach Gilford que salían en ‘Misa de medianoche’. También está Robert Longstreet que ha salido en casi todas las obras anteriores del director y aparecerá en ‘La caída de la casa Usher’, como es el caso de Sauriyan Sapkota o Aya Furukawa. Como curiosidad, trabaja aquí Heather Langenkamp, quien se enfrentó a Freddy Krueger en la primera ‘Pesadilla en Elm Street’.

En ‘El club de medianoche’ perdura la obsesión de Flanagan por las casas de estilo victoriano. En este caso la tensión, los sustos y los sobresaltos tienen lugar en una que data de 1901. La residencia tiene su historia propia y además se parece mucho al edificio donde vive la familia de la adaptación del cómic ‘Locke & Key’, también de Netflix, es como si hubiesen reaprovechado la localización.

Crítica de ‘Misa de medianoche’

Confundir el “ver es creer” con el “creer es ver”, las trampas de la fe

El nombre de Mike Flanagan se popularizó tras la impactante y exitosa ‘La maldición de Hill House’. El director nacido en Salem está dejando su impronta en la historia del cine de terror norteamericano y no hace mucho dividió opiniones con su adaptación de ‘Doctor Sueño’. Ahora vuelve a retomar su estilo, ese pausado y bien construido con ‘Misa de medianoche’, una obra original que se estrena en Netflix el próximo 24 de septiembre.

Esta serie de siete episodios nos lleva hasta Crockett Island, en donde tan solo 127 habitantes viven a la espera de la vuelta de su anciano párroco. Un lugar muy católico que recibe la visita de un sustituto para sus misas. También regresa un joven hijo pródigo que llevaba fuera años tras estar encarcelado. A partir de entonces y de menos a más las cosas raras van sucediendo. Lo que al principio me ha recordado un poco a ‘El tercer día’ después se ha convertido en una especie de ‘Cocoon’ malvado. Se acaba inclinando más y más hacia el terror, como era de esperar siendo una serie de Flanagan y también, como cabía imaginar, se divide entre las batallas personales de cada uno y lo fantástico o misterioso.

La mezcla de drama, religión y fantástico terrorífico recuerda un poco a Stephen King, a quien ya versionó Flanagan en 2019 como he mencionado antes. La serie nos deja intuir ya en su segundo capítulo de qué trata y en el tercero lo desvela abiertamente, aunque con constantes tabúes. Entonces diréis, si se descubren las cartas en el tercero, ¿luego qué? Posteriormente la serie mantiene nuestro interés porque ‘Misa de medianoche’ reescribe uno de los mitos del terror más clásicos y lo hace de un modo creativo e interesante. Empuña una idea que usa el poder aterrador de Dios, un discurso aplastante y nuevo que se agradece, hace que merezca la pena todo lo que tarda en arrancar. Algunas charlas y momentos como el final del episodio cinco son prueba de ello. De hecho ese quinto capítulo podría funcionar como una película por si sola que nos asalta con un final desolador. A partir de ese momento ya se desata la cosa.

Como es de imaginar la nota religiosa domina la serie. Partamos del hecho de que se llama ‘Misa de medianoche’ y sus episodios llevan nombres de libros de la Biblia tales como Génesis, Salmos, Proverbios, Evangelio… Todo el discurso de esta inteligente producción se fundamenta y adorna con la parafernalia católica. Estos argumentos no solo se desarrollan con una relación fantástica, también cogen fuerza con dos grandes interpretaciones, la de Hamish Linklater en la piel de un joven cura que resulta tan reconfortante como eufórico y la de Samantha Sloyan que lleva a cabo un papel que recuerda al de Marcia Gay Harden en ‘La niebla’ de Frank Darabont, una católica remilgada y soberbia a la que le coges manía desde su primera escena.

Fe y culpa. El magnetismo de la palabra y obra de Dios frente al raciocinio que ve que Dios permite sufrimiento y horrores en su misterioso e inescrutable plan. Abundan los discursos que mutan muy convenientemente según se suceden los hechos. ‘Misa de medianoche’ lleva hasta el extremo el que muchos confundan el “ver es creer” con el “creer es ver”, las trampas y las vendas que la fe pone a aquellos que son fundamentalistas.

Además de esos dos protagonistas aparecen otros habituales de Flanagan como su esposa Kate Siegel o Henry Thomas. Algunos de ellos aparecen muy maquillados, envejecidos. Esto también hace que te veas venir que más adelante conoceremos una versión más jóvenes de ellos, pues de lo contrario el casting incluiría a actores más mayores que se les pareciesen. Y cuando descubres que eso tiene su utilidad y sentido te vuelve a pasar lo mismo que cuando descubres el pastel en el segundo episodio, que se mantiene el interés. El trabajo de maquillaje es muy importante, está bien ejecutado, como no lo estuvo en ‘Tiempo’ y eso que ahí era igual de necesario.

‘Misa de medianoche’ tiene tomas que ya reconocemos como propias de Flanagan. Vemos secuencias aéreas como las que usó en ‘Doctor Sueño’ o planos americanos muy al estilo de aquellos que nos inquietaban en ‘La maldición de Hill House’. Esta serie se aleja de esa propuesta pues el argumento es muy diferente, no obstante también nos pide una paciencia que acaba siendo recompensada.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Salir de la versión móvil